jueves, 2 de noviembre de 2006

Tercer post

He vuelto del aeropuerto hace un rato. Se ha ido a Londres mi hijo mayor. La hora de despegar el avión era las nueve menos cinco de la noche, aunque ha salido con quince minutos de retraso. Desde casa al aeropuerto voy viviendo los minutos como si fueran últimos. No quiero hablar para concentrarme más en verle su cara por todos los lados y retener más fuerte su imagen.

Al entrar en la sala de embarque y al verlo montar en el avión me he sentido muy conmovido. No he dejado de pensar que pronto, el diecisiete de noviembre, hará un año que se marchó a Inglaterra. Me resultó muy duro despedirlo entonces en el aeropuerto de Sevilla; a él también. Esas depedidas ya las he repetido varias veces pero no consigo acostumbrarme y la emoción del momento puede siempre con mis nervios.

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