lunes, 21 de junio de 2010

Sobre tumbas antropomorfas en piedra

El tema de las tumbas antropomorfas en piedra me sirvió para colgar mi primer comentario en el portal de Celtiberia.net, ya cerrado al público, con motivo del poblamiento cacereño de Pozo Mohedano.

Allí decía Jugimo que González Cordero era quien más había estudiado las tumbas excavadas en roca que están repartidas por la provincia de Cáceres. Bien, pero no debemos olvidar que ya en 1911 Sanguino Michel las trató con motivo de la inspección de la finca de Las Torrecillas, en Alcuéscar, y muy posteriormente Fernández-Oxea las volvió a tratar con motivo de “Seis inscripciones romanas en tierras cacereñas”.



Más recientemente, Ramos Rubio ha publicado las tumbas excavadas en roca de los alrededores de Trujillo, que González Cordero no había citado. Están en Huertas de Ánimas; en el convento de Santa María; en Aguas Viejas; en la finca «La Redonda»; en Huertas de Belén; en la finca «Calderonas» y en «La Costera» junto a la carretera de Plasencia.

Ramos explica que unas están individualizadas, sin formar necrópolis completas y otras, las menos, sí las forman como en la Huerta de la Aldea, en Mata de Alcántara, o (añado yo) la de Arroyo de la Luz, presentada por Jugimo en el antecitado portal. Él efectivamente también considera que se trata de tumbas fechables entre los siglos VI y VII d. C.

La mayoría de las tumbas no están orientadas de modo predeterminado sino que buscan más bien su mejor colocación en la roca. Existen en Trujillo dos cubiertas, de lajas de granito, próximas a sus tumbas, sobre las cuales habrían estado puestas un día; posiblemente se añadiría tierra para reforzar el sellado de la tumba.

El difunto, quizás vestido, era enterrado sin féretro pues estas tumbas generalmente constituían a la vez ataúd y fosa.

Respecto a los ajuares en las tumbas no ha sobrevivido más que hebillas o broches que ceñían la mortaja como los localizados en las tumbas de Alcuéscar o Robledillo de Trujillo. La inmensa mayoría de las tumbas de piedra, es bien sabido, han sufrido el saqueo más completo.

En otros lugares de España también han sido estudiadas tumbas de diversas variantes. Están los estudios de Fabián y de Santonja en Salamanca, de Del Castillo en Soria, Logroño y Burgos, de Bielsa en Zaragoza y de Golvano en Segovia.

Por último, no quiero dejar de citar la tumba antropomorfa en roca curiosamente situada en la alto de la Sierra del Aljibe en la provincia de Cádiz y que da nombre al pico de Pilita de la Reina. Se la ofrezco al lector.



No lejos de ella hay otros ejemplares, circundando lugares emblemáticos en arte rupestre esquemático como el abrigo de Bacinete o el Tajo de las Figuras; en éste, por su forma dieron nombre a la sierra: Sierra de las Momias o de la Momia. Esta ubicación daría para reflexionar sobre las cronologías y la reutilización, en donde creo que hay mucha tela que cortar.











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El expropiador arrepentido

Miguel Boyer, ministro de Economía y Hacienda entre 1982 y 1985 durante la primera legislatura de Felipe González, fue el factotum de la expropiación de Rumasa.


Hoy, en un desayuno organizado por Nueva Economía Fórum, Boyer ha confesado que, de haber sabido que el país se recuperaría en un plazo de tiempo no muy extenso, hubiera dejado caer Rumasa por sí sola.

sábado, 19 de junio de 2010

La Virgen del Pajarito

Hace quince días me llevé una agradable sorpresa. Estaba yo en la jerezana basílica de la Merced, edificio básicamente barroco con detalles arquitectónicos de otros estilos, y entré en la capilla Riquelme, donde reposan los restos de Primo de Rivera, que es donde habitualmente se veneran los titulares de la Hermandad del Transporte, imágenes, una, dieciochesca de escuela genovesa y, otra, neobarroca del XX. Se trata de una capilla gótica; me agrada contemplar su bóveda, que presenta un nítido contraste con la de la nave principal, mixtificada. También hay un San Sebastián y un San Cristóbal (patrón del transporte), con un Crucificado en lo alto, de buena factura pero de data para mí desconocida.

De pronto descubro una imagen de pequeño tamaño que está en el suelo, sólo soportada por una tarima de madera. Es una Virgen que porta al Niño es su brazo izquierdo y muestra unos rasgos arcaizantes, que la diferencian de las demás imágenes que habitan la capilla.

Muestro mi sorpresa a M, que me acompaña, y rápidamente se la califico como talla gótica, de la que desconocía su existencia, aparte de que en esta ciudad hay poco gótico en escultura.

(clickar sobre la foto)



Es imagen policromada. La cabeza muestra huellas de haber llevado una corona en tiempos, porque está como rozada en la parte superior. Se ve una ranura en lo alto, supongo que para la fijación de dicha corona. El Niño porta en las manos un pájaro. Los ojos son achinados y las caras redondeadas. La Virgen tiene el cabello trabajado en la mitad inferior y todo su cuerpo hace una pequeño giro a la izquierda (lo que suelo llamar la maternidad gótica).

Busco al comendador de la basílica para que me informe algo sobre la imagen pero no lo encuentro. Acudo a los miembros de la Junta de la Hermandad del Transporte que andan por la sacristía y ninguno me sabe dar explicación. Una señora me acompaña a la capilla y le muestro la imagen; su reacción es encogerse de hombros.

Me preocupa que nadie sepa nada porque indica que la imagen está en riesgo de cualquier golpe descuidado o de cualquier maltrato ignorante, de tan accesible como la han colocado.

Un día de la semana siguiente me encuentro por la calle de modo casual (y raro, porque nunca lo veo) al comendador, don Felipe Ortuno, y me dirijo a él para preguntarle sin rodeos. ¿Qué datos sabe de la Virgen que está desde hace poco en la capilla de Primo de Rivera? ¿Por qué está en el suelo, al acceso de cualquier gamberro?

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Me sonríe y rápidamente explica. "La llamamos la Virgen del Pajarito. Es una terracota. Se atribuye a Mercadante de Bretaña o a algún miembro de su taller". Se confirman mis sospechas de su antigüedad. Le indico que no sería raro puesto que en la catedral jerezana se conserva la imagen "Cristo de las Ánimas" que también está atribuida a Mercadante y aquí cerca, en Sanlúcar, hay otra imagen de este escultor gótico del siglo XV. ¿Por qué a la basílica de la Merced no pudo llegar otra? De todas formas, se trata de una pieza de valor que hay que cuidar. ¿Se ha escrito algo de ella? Me responde que no, salvo una cita en una enumeración de obras de Mercadante que hace años realizó un estudioso del patrimonio de las Hermandades.

¿Por qué está ahí y no en otro lugar más protegida?

La respuesta es que hasta hace unas semanas se mantenía sobre una peana a un cierta altura en el muro del Evangelio en la nave principal pero por problemas de sujección se quitó y se llevó provisionalmente a donde ahora está, con la idea de que en cuanto se pueda será llevada a una hornacina que hay en la sacristía. Me despido dándole las gracias y pidiéndole que cuiden esa imagen, tan desconocida de los jerezanos pero con el valor de la verdadera escasez.

(clickar sobre la foto)



Vuelvo otro día armado de la cámara y hago las fotos que ilustran este post.

Me fijo ahora mejor y ya orientado a las características del bretón. Empiezo a verle parecidos por todos lados con las imágenes de terracota que adornan las portadas laterales de la fachada principal de la catedral de Sevilla. Me resaltan los pliegues. Ahora comprendo lo de los ojos achinados; y hasta las caras un tanto etruscas. Veo detalles de Mercadante donde antes no los habría visto. ¡Qué cosas!

Incluso el pajarito que sostiene el Niño en sus manos empiezo a creer que es un pequeño pelícano. Pero no, que me embalo. Se trata de un pajarito creo que no simbólico, simplemente un detalle de entretenimiento infantil. El artista lo representó en actitud de atusarse con el pico el ala izquierda. Una leyenda medieval habla de un pajarito que, con agua del río llevada en el pico, limpiaba la imagen de la Virgen que presidía el puente jacobeo de Puente la Reina (Navarra); ahora esa imagen se conserva en la iglesia de San Pedro y se la conoce como "la Virgen del Pajarito".

Curiosamente, en Badajoz hay otra imagen conocida como La Virgen del Pajarito y sin embargo no lleva pajarito ninguno.

Para terminar dejo dos preguntas.

¿Se inspiraría Mercadante en la imágenes de la misma advocación que hay en Olivares (Sevilla) y Cumbres de San Bartolomé (Huelva)?

¿Se inspirarían en esta imagen de Jerez Luis de Morales para su cuadro de La Virgen del Pajarito (donde bebió Bernardo Bitti) y Murillo para su cuadro de la Sagrada Familia del Pajarito?

Los lectores de este blog, habitualmente más ilustrados que yo, tienen la palabra.







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sábado, 12 de junio de 2010

Pintura de Historia

"El último dia de Sagunto" (Domingo Marqués)





"Muerte de Viriato" (José de Madrazo)



"Los últimos días de Numancia" (Vera)



"La invasión de los bárbaros" (Checa, 1887)



"La conversión de Recaredo" (Muñoz Degrain)



"Coronación del rey Wamba" (Van Halen)




"Batalla de Guadalete" (Martínez Cubells)



Santiago en la Batalla de Clavijo (Casado del Alisal)



"La corte de Abderramán" (Baixeras, 1885)



"Jura de Santa Gadea" (Giráldez de Acosta)



"La campana de Huesca" (Casado del Alisal, 1880)



"El triunfo de la Santa Cruz" (Santa María, 1892)



"Alfonso X conquista Cádiz" (Matías Moreno, 1866)



"Guzmán el Bueno" (Martínez Cubells, 1883)



"María de Molina presenta a su hijo Fernando IV en las Cortes de Valladolid" (Gisbert, 1863)



"El Compromiso de Caspe" (Viniegra, 1892)



"Entrada de Roger de Flor en Constantinopla" (Moreno Carbonero, 1888)



"Entierro de don Álvaro de Luna" (Cano, 1858)



"El Príncipe de Viana" (Moreno Carbonero, 1881)



"Bautizo del príncipe don Juan" (Pradilla, 1910):



"La rendición de Granada" (Pradilla, 1882)



"La expulsión de los judíos" (Salas, 1889)



Primer homenaje a Colón (Garnelo, 1892)



"El Gran Capitán en la Batalla de Ceriñola" (Federico de Madrazo, 1835)



"Los dos caudillos" (Casado del Alisal, 1866)



"Isabel la Católica dictando su testamento" (Rosales, 1864)



"Doña Juana la Loca" (Pradilla, 1877):



"Ejecución de los comuneros de Castilla" (Gisbert, 1860)



"Juana la Loca recluida en Tordesillas" (Pradilla, 1906)



"Presentación de Juan de Austria a su padre en Yuste" (Rosales, 1870)



"La rendición de Bailén" (Casado del Alisal, 1864)



"Juramento de las Cortes de Cádiz en 1810" (Casado del Alisal)



"La proclamación de la Constitución de 1812" (Viniegra, 1911)



"Fusilamiento de Torrijos y sus compañeros" (Gisbert, 1888)



"Mariana Pineda en capilla" (Vera Calvo, 1862)



"Amadeo I ante el cadáver del general Prim" (Gisbert)














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miércoles, 9 de junio de 2010

Taurus. Del mito al ritual

Mientras algunos ultiman su órdago de prohibición a la Fiesta en Cataluña, la lidia en Euskadi sigue gozando de grandes dosis de popularidad. El Museo de Bellas Artes de Bilbao, como los buenos museos, propone regularmente, además de su colección permanente, un interesante programa de exposiciones temporales. Dentro de él, hoy ha comenzado "Taurus. Del mito al ritual", una muestra dedicada a la figura del toro que llegará hasta el 5 de septiembre.



Desde la prehistoria hasta el mundo romano, la figura del toro ha ocupado un lugar destacado en la cultura y el arte de las civilizaciones mediterráneas, que han reflejado su imagen en mitos, ceremonias rituales, juegos, circos romanos y fiestas, en las representaciones artísticas, la cerámica y el muralismo.

Desde entonces y hasta el medioevo están las cacerías de toros y los rituales nupciales de fecundidad. Aparece la costumbre del "toro nupcial", por la que se considera mágica la cualidad fertilizante de la sangre del animal, como está documentada en las "Cantigas de Santa María" de Alfonso X el Sabio, quien prohibe el toreo a pie y permite solo el toreo aristocrático, a caballo. Se desarrolló una relación con el hombre que acabó adquiriendo un carácter lúdico y que paulatinamente se fue convirtiendo en la lidia codificada que hoy conocemos.

El Renacimiento recogió también esa iconografía, sobre todo en torno a los mitos del Minotauro y del Rapto de Europa.

A partir del siglo XVII los artistas añadieron el interés por las manifestaciones festivas de la tauromaquia, de modo que desde entonces algunos de los mayores creadores de los siglos XVIII, XIX y XX han tratado la iconografía de los modernos juegos taurinos, en los que resuena el antiguo culto a la fuerza vital del toro y una mirada directa, sin concesiones, a la muerte.

El origen de la exposición "Taurus. Del mito al ritual" está en la conmemoración del centenario del Club Taurino Cocherito de Bilbao, que se fundó en 1910 para homenajear al torero bilbaino Cástor Jaureguibeitia (1876-1928). Pretende ser la primera gran muestra dedicada a analizar la trascendencia cultural de la figura del toro a lo largo de la Historia del Arte. Su objetivo es mostrar la complejidad con la que el arte se ha acercado a la figura del toro, a partir de su importancia religiosa en las civilizaciones primitivas y de su poder generador de mitos y manifestaciones zoolátricas, de juegos ceremoniales y sacrificios en las civilizaciones mediterráneas de la Antigüedad.

Para ello reúne más de 200 obras –cerámicas, pinturas, esculturas, obra sobre papel y artes aplicadas–, desde valiosas piezas arqueológicas, como una terracota fechada hacia 1200 a. C. (Edad del Bronce) de origen iraní, dos ánforas griegas de los siglos VI y V a. C. prestadas por el British Museum de Londres, el Toro ibero de Porcuna o un fresco pompeyano del siglo I a. C., "El castigo de Dirce", del Museo Arqueológico de Nápoles,



hasta pinturas de Goya, Manet, Zuloaga,



Gutiérrez Solana, Picasso (con su ensamblaje "Cabeza de toro"), Miró, Magritte, Equipo Crónica o Barceló, y las series completas de estampas de la tauromaquia de Carnicero, Goya y Picasso,



entre otras muchas, prestadas por medio centenar de museos y colecciones internacionales.

La exposición está dividida en dos grandes secciones: “El mito y los mitos del toro” y “El ritual de la fiesta”. Ésta última, a su vez, se ordena en seis apartados en torno al desarrollo de la tauromaquia: los orígenes, los lugares donde históricamente se ha desarrollado, los personajes que intervienen en ella, la lidia, la tragedia y la gloria de las corridas y las imágenes de después de la fiesta.

Finalmente, se ha elaborado un catálogo con textos de Carlos Moya, Pedro Romero de Solís, José María Blázquez, William Jeffett, Virginia Albarrán, Jesús Urrea, Álvaro Martínez-Novillo, Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, Brigitte Leal y Araceli Guillaume-Alonso.








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martes, 8 de junio de 2010

El ídolo de Tíjola

Esta mañana he fotografiado, por segunda vez, al Ídolo de Tíjola. Es una pieza arqueológica que procede de este municipio almeriense y se adscribe al Neolítico.



El abate Henry Breuil, al hablar del dolmen de Tíjola en su obra "Las pinturas Rupestres Esquemáticas de la Península Ibérica" (1934), lo describe como "estatuilla plana de esteatita de 15 cm de alta, la cabeza rectangular está sostenida por un cuello bastante largo, elevándose sobre los hombros angulosos, de donde caen dos largos brazos paralelos al cuerpo; del busto, poco importante, cae el vestido ensanchándose progresivamente hacia los pies ausentes". Su anchura es de 4,5 cm.

Lenyéndole a Breuil lo de "cuello bastante largo" y "largos brazos" entran ganas de pensar que el francés no había visto la pieza y hablaba sólo de oídas, lo cual era menos infrecuente de lo que podríamos suponer en los testimonios de estos investigadores de campo.

El Ídolo fue encontrado, posiblemente en 1880, en "La Muela del Ajo", paraje de los Blanquizales, por el párroco don Miguel Bolea Sintas, aficionado a la arqueología y amigo de Siret.

En carta con fecha de 1.881 describe cómo fue descubierta la estatuilla y la forma de la sepultura: "En una finca situada a media legua al N.E. de esta villa, fui al cortijo de los Blanquizales y sitio que llamaban Sepultura de Moros. Estaba ésta formada por losas de pizarras que medían 1,150 metros de largo por 0,75 de ancho; formaban un círculo de unos dos metros de diámetro, y se veía el centro ocupado por huesos humanos, contenidos en tierra rojiza y negra que rellenaba los craneos y revestía los otros huesos que se hallaban en completo desorden. Hice levantar la tierra que cubría la parte superior y aparecieron tal vez mas de veinte cráneos. Lo primero que llamó mi atención fue el objeto de esteatita que le remito, y que se hallaba en un cráneo lleno de tierra; cuando se habian separado casi todos los huesos apareció un hacha de diorita."

Aunque Menéndez y Pelayo habla de "una escultura que reproduce muy toscamente la figura femenina hallada en Tíjola el año 1881", su primera publicación, en 1890, se debe a Vilanova Piera, en la "Historia General de España" dirigida por Cánovas del Castillo.

El hecho de estar en el cráneo de un cadáver ha servido para que se le atribuya un carácter mágico o religioso.



La primera vez que lo fotografié estaba colocado en la vitrina por el lado opuesto al de ahora y se le veía la signatura escrita a rotulador (de punta fina, eso sí).



































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