martes, 23 de junio de 2020

El orden de los días de la semana

En la antigua Babilonia había siete astros a los que daban más importancia. Ordenados según su tardanza en dar aparentemente una vuelta a la Tierra, quedaban así: Saturno (tarda 30 años), Júpiter (11 años), Marte (2 años), Sol (1 año), Venus (280 días), Mercurio (88 días) y Luna (30 días).

Sus nombres servían para designar cada una de las horas del día durante una semana. De esa manera, quedaba un cuadro como el que sigue:



Cada día tenía el nombre del astro que correspondía a su primera hora. En la primera línea, correspondiente a la primera hora del día, están, por este orden, Saturno, Sol, Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, que se corresponde con nuestros días de la semana: sábado, domingo, lunes, martes, miércoles, jueves y viernes.

Hoy día la semana empieza por el lunes según el Convenio Internacional de la Norma ISO 8601. Sin embargo, todavía muchos calendarios siguen considerando el domingo como el primer día de la semana.






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jueves, 18 de junio de 2020

La Inquisición

La Inquisición medieval

La primera inquisición fue creada en Francia en 1184 para destruir a la herejía cátara y en 1249 se implantó en el reino de Aragón por la introducción de los cátaros, pero mucho antes ya existieron tribunales para combatir las distintas desviaciones. En Inglaterra se instauró a principios del siglo XIII. En 1252 se permite en los tribunales eclesiásticos el uso de la tortura, que ya se venía utilizando en los civiles; aunque en ésos la confesión no libraba de la muerte, en aquéllos sí.

En tiempos del rey Juan II de Castilla, en 1442, tuvo ya la Inquisición una intervención firme en un caso de herejía. Sucedió en Durango, donde aparecieron los primeros brotes de un movimiento herético. El promotor era el franciscano Alfonso de Mella, quien logró fugarse a Granada. El obispo de Santo Domingo de la Calzada llevó a cabo el proceso y condenó como herejes a los acusados. El monarca ordenó que se les aplicase la pena capital: unos fueron quemados en Durango; otros, en Santo Domingo de la Calzada, y un tercer grupo, en Valladolid, donde residía la corte.

El Santo Oficio

El Santo Oficio fue creado en 1478 por el papa Sixto IV, a petición de los Reyes Católicos, para combatir los focos judaizantes que se habían localizado en el arzobispado de Sevilla (en Portugal el Tribunal de la Inquisición empezó en 1536 y en Italia, en 1542). Los primeros inquisidores fueron nombrados en septiembre de 1480 (Miguel Morillo y Juan de San Martín), tras dudas iniciales, y en 1481 seis acusados de judeoconversos fueron juzgados en el castillo de San Jorge y quemados vivos en el cadalso de Tablada. El Papa, abrumado por la responsabilidad de haber autorizado un tribunal tan cruel, envió a los reyes en 1482 otra bula anulando la anterior, para tratar de controlar desde Roma la nueva Inquisición, y criticando la actuación arbitraria de los dos jueces ("encarcelaron injustamente a muchos, los sujetaron a duros tormentos y los declararon herejes sin fundamento suficiente, aun haciendo protestas de que son buenos cristianos"), pero el rey Fernando no estaba dispuesto a que tal instrumento, poderoso incluso en lo político, se le escapara de las manos y en julio de 1482 hubo un nuevo acuerdo o Concordato que permitió a la Inquisición reanudar su andadura. En contraste con la inquisición medieval europea, la Santa Inquisición fue estructurada como un tribunal subordinado directamente a la Corona y se implantó en toda España pero sin jurisdicción sobre los no bautizados.

En 1483 los Reyes Católicos nombraron a Tomás de Torquemada para el cargo de Inquisidor General de Castilla; su incansable actividad llevó a miles de personas al fuego y extendió el clima de terror. En 1492 ya existían tribunales en ocho ciudades castellanas y comenzaban a asentarse, con dificultad, en las poblaciones aragonesas.

El periodo de mayor persecución de judeoconversos se dio entre 1480 a 1530, con 60.000 personas procesadas; de forma exagerada se ha dicho que fueron ejecutadas 10.000 personas, aunque Henry Kamen rebaja la cifra a 2.000 personas hasta 1530. Los judíos exiliados empezaron a escribir contra la Inquisición. Los objetivos del Santo Oficio fueron ampliándose, desde 1540, a los pequeños grupos de protestantes y otras desviaciones de la ortodoxia. A partir de 1551 la Inquisición empezó a publicar su propio Índice de libros prohibidos, más extenso que el aprobado por la Curia Romana; esta actuació n inquisitorial sirvió como freno de ideas heréticas y libró a los reinos españoles de los sangrientos conflictos religiosos que asolaron toda Europa en los siglos XVI y XVII, aunque fomentó el retraso cultural de Castilla.

El Santo Oficio fue un mecanismo inherente a la Edad Moderna que no aceptaba como válidos los testimonios obtenidos por tortura. La cifra de muertes que causó el Santo Oficio en España fue muy inferior a la que produjeron las guerras de religión, que desangraron Francia, Alemania o Inglaterra durante los siglos XVI y XVII. Además, al centralizar el proceso persecutorio, dejaba menos margen a los brotes de ira popular tan característicos de Alemania o Suiza. El historiador francés Marcel Bataillon dice que «la represión española se distinguió por el poder del aparato judicial del que dispuso». El Santo Oficio, si bien causó menos derramamiento de sangre, dejó registrada la información detallada de cada ejecución y luego la propaganda inglesa, francesa y holandesa se encargó de exagerar algo que las inquisiciones protestantes realizaban con más violencia y en menos tiempo.

La Leyenda Negra

A raíz de la propaganda escrita por el líder protestante Guillermo de Orange la Inquisición española adquirió su fama de tribunal monstruoso, pese a que el odio religioso estaba presente en todos los rincones de Europa (los judíos procedentes de España y asentados en los Países Bajos contribuyeron a esa propaganda, aunque entre ellos también hubo comportamientos inquisitoriales). No mucho tiempo antes, la Universidad de la Sorbona de París trasmitió a los Reyes Católicos sus felicitaciones con motivo de la expulsión de los judíos como un síntoma de modernidad. De hecho, la mayoría de los afectados por el edicto eran descendientes de los expulsados siglos antes en Francia e Inglaterra. Pero otra cosa era diferente era perseguir a luteranos o calvinistas. En su «Apologie», Guillermo de Orange siente total indiferencia por los judíos pero critica la Inquisición por acosar a los protestantes españoles, ignorando que era un grupo minoritario (se ha calculado en 2.700 el número de protestantes perseguidos por la Inquisición española entre 1517 y 1648, la mayoría extranjeros). Sólo en la noche de San Bartolomé (1572) la orden del rey francés de asesinar a los protestantes congregados en París causó más de 3.000 muertos.

Antes de Orange, John Foxe, inglés exiliado en Holanda en tiempos de la católica María Tudor, escribió un libro sobre la intolerancia, cuya parte dedicada al Santo Oficio estaba repleta de errores y de falsedades. Foxe cita a víctimas de la Inquisición creyendo que son protestantes pero en realidad eran judíos o mahometanos, los cuales suponían el grueso de los muertos en la hoguera.

Fue la persecución protestante, mínima, la que llamó la atención en la Europa anglosajona sobre un tribunal encargado de juzgar un amplio grupo de pecados. Según los estudios de Jaime Contreras y Gustav Henningsen, entre 1540 y 1700 el Santo Oficio persiguió a 49.000 personas en 44.674 juicios (mientras en Portugal fueron procesadas 44.817 personas). Si se suman las cifra anterior y posterior, Joseph Pérez eleva el número total a 125.000 procesos durante sus 350 años en España. El 27% fue procesado por blasfemias y palabras malsonantes; el 24% por mahometismo; el 10% por falsos conversos; el 8% por luteranos; el 8% por brujería y distintas supersticiones; y el resto por otros asuntos como la sodomía, la bigamia, la solicitud de los sacerdotes, etc. La mayor parte de estos pecados eran igualmente sancionados como delitos en el resto de Europa a través de tribunales ordinarios.

Castigos

Entre los reos finalmente condenados, los castigos podían ir desde una multa económica, servir en galeras como remeros durante un tiempo específico, penas de prisión o, en los casos más graves, ser quemados vivos. Entre 1540 y 1700 las condenas a muerte se dictaron en un 3,5% de los casos. Sin embargo, sólo al 1,8% de los condenados se les aplicó efectivamente la muerte por hoguera; los otros fueron quemados en efigie, es decir, a través de un muñeco del tamaño de un ser humano que los representaba. En la mayor ejecución de la Inquisición, celebrada en 1680, fueron 61 los condenados a morir en la hoguera, de los cuales 34 eran estatuas en representación de los reos.

Otro de los errores más comunes es imaginar los multitudinarios autos de fe, que solían contar con la presencia de los Reyes y las autoridades, como lugares donde se presenciaban auténticas matanzas. En realidad, no se ejecutaba a nadie en estos actos, sino que los condenados a muerte, que comparecían ataviados con el tradicional sambenito, eran entregados formalmente a los tribunales reales encargados de ejecutar la sentencia más tarde y sin la presencia de las autoridades. Los miembros de la Iglesia no podían derramar sangre alguna y se limitaban a «relajarlos» al brazo secular, es decir, entregarlos a los tribunales reales. En caso de que se reconocieran su herejía los condenados a la hoguera eran estrangulados previamente mediante garrote vil. El número de los que realmente fallecían a consecuencia del fuego era muy escaso; buscando una cifra global de muertos, el número estaría en torno a los 5.000-10.000 muertos durante los 350 años de existencia del tribunal, si bien Geoffrey Parker se atreve a concretar hasta los 5.000 muertos, lo que supone un 4% de todos los procesos abiertos. Comparemos con las víctimas de la Inquisición anglicana, que sólo durante el reinado de Enrique VIII, según Vitorio Messori, llegaron a 72.000. En Ginebra (Suiza) Calvino gobernó desde 1541 hasta 1564 y bajo su inquisición murieran miles de personas inocentes.

Garantismo

Durante esos 350 años de historia, la Inquisición española fue un aparato muy efectivo en el control social de los súbditos, pero no fue el único ni el más violento. El hispanista Henry Kamen ha demostrado que al «comparar las estadísticas sobre condenas a muerte de los tribunales civiles e inquisitoriales entre los siglos XV y XVIII en Europa: por cada cien penas de muerte dictadas por tribunales ordinarios, la Inquisición emitió una».

Volviendo sobre la metodología, la Inquisición ofrecía unas garantías procesales más amplias que los tribunales ordinarios y mataba menos. Recurría a la tortura en escasas ocasiones y siempre bajo supervisión de un inquisidor que tenía orden de evitar daños permanentes, a menudo junto a un médico, en contraste con las salvajes torturas aplicadas por la autoridad civil. El desarrollo de la tortura era registrado escrupulosamente por los secretarios, incluyendo los quejidos y exclamaciones proferidas por las víctimas. Además, el Santo Oficio tenía un manual de procedimiento que prohibía muchas formas de tortura usadas en otros sitios de Europa y por los tribunales ordinarios. Las confesiones obtenidas durante el tormento no eran válidas por sí mismas y debían ser ratificadas, fuera de él, en las veinticuatro horas siguientes.

Las brujas

En España tuvo escasa incidencia la persecución de la brujería, vinculada casi exclusivamente a mujeres de baja extracción. La actuación del tribunal se encaminó a la reinserción de las acusadas en el seno de la Iglesia más que a la pena de muerte, aunque también se registraron algunas ejecuciones en la hoguera. Como ejemplo de condena benigna, una mujer llamada Isabel García en 1629 confesó en Valladolid habérsele aparecido Satanás, con quien pactó la recuperación de su amante, y fue sólo castigada a abjurar y a cuatro años de destierro. En la Corona española los tribunales civiles contaban entre sus funciones «la represión de la superstición», con lo cual la mayoría de casos pasaron por sus manos (como en Logroño por el caso Zugarramurdi). Según cálculos del historiador alemán Wolfgang Behringer, la persecución provocó en toda Europa entre 40.000-60.000 víctimas por brujería, donde las ejecutadas en Portugal, Italia y España (aquí 59 brujas quemadas en tres siglos y medio, después de 125.000 causas)llegan a 500 o, según otros, a 100. En la primera parte de la Edad Moderna, Francia habría ejecutado a 4.000; Suiza, a entre 4.000 y 10.000; Dinamarca-Noruega, a 1.350; Inglaterra, a varios miles y Alemania, al menos a 25.000 (aunque, según otros autores, en este país sólo en el siglo XVII fueron ejecutadas 100.000 brujas).

Última etapa

La Inquisición contó siempre con el apoyo de las clases populares pero durante el siglo XVIII hubo una disminución de la actividad de la Inquisición, algo orientada contra la masonería, y muchos privilegios de los inquisidores fueron suprimidos. La última persona condenada a muerte por la Inquisición fue María de los Dolores López, posiblemente representada por Goya y ahorcada en Sevilla el 1781 (un año antes de que en Suiza se decapitase a la última bruja de Europa occidental mientras que en la Europa oriental se seguirían ejecutando). En España la Inquisición fue abolida por las Cortes de Cádiz en 1813, restaurada por Fernando VII y abolida definitivamente en 1820; en Portugal fue abolida en 1821 y en Italia, en 1908.

Addendum: el último hereje condenado

Cayetano Ripoll fue acusado de no creer en los dogmas católicos y condenado a muerte por hereje en Valencia en 1826. No fue condenado por el Santo Oficio (porque en 1826 no existía), sino por la ilegal Junta de Fe de la diócesis de Valencia, creada por el arzobispo Simón López para que ejerciera las funciones del extinguido tribunal. Fue el último ejecutado en España por el delito de herejía.






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martes, 16 de junio de 2020

Zapatero sigue mintiendo

El 15 de junio de 2020 el periodista Carlos Herrera entrevistó, en su programa matinal de la COPE, al expresidente Rodríguez Zapatero.



Ponemos a continuación el enlace al audio con una parte de sus declaraciones, a preguntas sobre la pandemia del coronavirus:



En el audio se puede oír que Zapatero dice:

- Me ha parecido muy negativo el debate político en este país en torno a esta crisis. Debería tener un acento algo más objetivo y algo más de humildad, porque he oído a tantos que habían dicho que era sólo una gripe y ahora poco más o menos candidatarse para el premio Nobel de Medicina...

Herrera puntualiza:

-Bueno, el propio Gobierno, por ejemplo.

Zapatero sigue:

- Sí, es verdad, todos, pero hasta bien entrado marzo la mayoría de las autoridades sanitarias decían que esto no era algo más que una gripe. No existía, ni de lejos, en nadie la aproximación a que quince días después de los primeros días de marzo íbamos a tener en los hospitales el drama que hemos tenido.

Herrera replica:

- Bueno, la Organización Mundial de la Salud sí que decía eso y pasó documentación al Gobierno.

Zapatero se crece:

- No, no. Póngame negro sobre blanco dónde la Organización Mundial de la Salud dijo que esto iba a ser una pandemia. No lo dijo. A la política no se le puede pedir que vaya por delante de la ciencia.

Herrera insiste.

- Si no tiene inconveniente, el documento de la OMS, que yo he tenido el gusto de poder verlo y que es público, alertaba a los gobiernos del peligro que suponía el coronavirus que venía. Quien quiera puede comprobarlo, según su criterio.

Zapatero sigue a lo suyo:

- Durante el mes de febrero estuvimos con todos los expertos diciendo gripe y podemos repasar las hemerotecas, podemos repasar el Parlamento. Si se intuía que fuera tan grave ¿cómo es posible que no hubiera ni una sola pregunta parlamentaria?

Herrera se cansa y pasa el toro a un peón:

- La última pregunta se la cedo a Paco Rosell (director de El Mundo).

Paco Rosell aprovecha:

- Simplemente aclararle con relación al coronavirus, y sin entrar en polémicas, que en febrero ya había iniciativas de la oposición preguntando sobre este asunto.


Hasta ahí la transcripción fundamental del audio. Ahora vamos a destapar las mentiras. Primero pongamos "negro sobre blanco" (como exige Zapatero) las advertencias de las autoridades sanitarias.

Fijémonos en la fecha de la portada del periódico El País:



Estábamos avisados desde el 25 de febrero de 2020, con titular a cuatro columnas. El coronavirus no nos has llegado por sorpresa; nos hemos dejado sorprender.

Por si esa portada parece poco aviso, o poco temprano, veamos ahora la portada del mismo periódico, El País, con fecha de 31 de enero de 2020, con titular a tres columnas:



Si alguien pide información variada, veamos ahora la portada completa de un periódico de otro enfoque, el ABC, también de 31 de enero de 2020:



Yo lo sabía; cualquier lector lo sabía. De verdad ¿puede salir ahora alguien diciendo que "La OMS no dijo que esto iba a ser una pandemia"?


Segundo, repasemos sólo tres documentos referidos a intervenciones de la oposición parlamentaria sobre el coronavirus.

El primero es el Boletín Oficial de las Cortes Generales, que, con fecha de 18 de febrero de 2020, recoge una moción del diputado José Ignacio Echániz Salgado sobre previsiones en los aeropuertos en relación con el coronavirus.



El segundo es una página de la revista profesional "Redacción médica", de fecha 23 de enero de 2020, con la información de que "El PP pide a Illa que presente el protocolo del coronavirus".



El tercero es una entrevista del diario digital Vozpopuli con el título "La primera diputada que preguntó al Gobierno por el virus de Wuhan", refiriendo que Marta Martín (Ciudadanos) registró el 22 de enero la primera pregunta escrita sobre el coronavirus.



De verdad, podemos preguntarnos cómo puede salir ahora alguien diciendo que "¿cómo es posible que no hubiera ni una sola pregunta parlamentaria?" Zapatero sí puede. No le importa mentir. Sigue mintiendo (como en sus mejores tiempos).





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jueves, 11 de junio de 2020

Certamen Nacional de Guitarra Flamenca

Pongo la referencia de algunas ediciones del Certamen Nacional de Guitarra Flamenca que se celebraron en Jerez de la Frontera organizadas por la Peña Flamenca Los Cernícalos. Van el número de orden, la figura homenajeada, el local y la fecha de celebración.

X.- Organizado por el Ayuntamiento en homenaje a la Peña Flamenca Los Cernícalos. Auditorio de la Caja de Ahorros, 19 de diciembre de 1981.

XI.- a Manolo de Huelva. Teatro Villamarta, 11 de diciembre de 1982.

XIII.- Dedicado a la memoria de Sebastián Núñez. Teatro Villamarta, 8 de diciembre de 1984

XVI.- a Agustín Castellón Sabicas. Club Nazaret, 19 de diciembre de 1987.

XVII.- a José Cala el Poeta. Auditorio de la Caja de Ahorros, 17 de diciembre de 1988.










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miércoles, 10 de junio de 2020

Condena para los arqueólogos de Iruña Veleia

El 9 de junio de 2006, arqueólogos vascos subvencionados por la empresa pública Euskotren y la Diputación foral de Álava comunicaron un hallazgo excepcional. Las excavaciones realizadas por la empresa Lurmen dirigida por el arqueólogo Eliseo Gil había localizado 36 piezas en el asentamiento romano de Veleia (a 10 kilómetros al sur de Vitoria) con inscripciones en latín, jeroglíficos egipcios y... palabras en euskera. Restos de los siglos III, IV y V que convertían el yacimiento arqueológico alavés en un espacio único porque exigían reconsiderar todo lo que hasta ese momento se sabía sobre el euskera.

Catorce años y un día después, el 10 de junio de 2020, la Justicia ha dictado que Gil manipuló las piezas con inscripciones falsas y que contó con la colaboración de Rubén Cerdán, un supuesto físico nuclear, en su fraude. Los dos han sido condenados a penas de prisión de dos años y medio y un año y tres meses de cárcel, respectivamente, y al pago de 12.500 euros a la Diputación de Álava.



La sentencia contra Gil y Cerdán acredita judicialmente la gran mentira creada por un arqueólogo que ha mantenido su inocencia con el argumento de que nadie puede acreditar quién manipuló los hallazgos.

La sentencia del Juzgado de lo Penal de Vitoria sostiene que fue Gil u "otras personas" porque no ha podido acreditar quién manipulaba con simples punzones las piezas no mostraban ninguna particularidad cuando eran recogidas y, meses más tarde tras ser almacenadas, mostraban las singulares marcas en el posterior proceso de lavado. Oscar Escribano, colaborador de Gil, ya había reconocido que manipuló una pieza con la inscripción 'Veleia' en el inicio de la vista oral y tras llegar a un acuerdo con la fiscalía.

El fraude en el yacimiento arqueológico se produjo a partir del año 2005, pero Gil contaba con un generoso apoyo institucional. En 2002, el arqueólogo logró una subvención de la empresa de transportes del Gobierno vasco Euskotren de 3,7 millones de euros para un periodo de 10 años y la Diputación de Álava aportaba al proyecto de investitación 18.000 euros anuales.



Según la sentencia, restos arqueológicos hallados a partir del verano de 2005 eran almacenados en instalaciones del propio yacimiento y meses después durante su lavado se descubrían las excepcionales inscripciones. Entre las piezas 'retocadas' se encontraban 36 restos de época romana sobre las que se realizaron las grabaciones. Una manipulación que a Gil y Cerdán tan sólo les va a suponer el pago de 72 euros de multa.

Gil recurrió a Cerdán para simular ante la Diputación de Álava a través de tres presuntos análisis de espectroscopia nuclear la autenticidad de las inscripciones en función de la naturaleza de las piezas encontradas. Los dos cómplices del fraude cobraron de la institución alavesa los 12.500 euros que ahora tendrán que abonar. La juez determina en su sentencia que la "dilación" de esta investigación judicial que arrancó en diciembre de 2008 cuando la Diputación de Álava presentó ante la fiscalía su denuncia.






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