miércoles, 22 de septiembre de 2010

Cierre al "Reto"

Santi Ortiz me envía un email con el texto de un segundo, y definitivo, artículo dirigido a Jesús Mosterín, con ruego de su publicación, la que hago encantado.


MOSTERÍN NO CHISTA

Ha pasado más de un mes y el guante no ha sido recogido. El día 16 del pasado agosto lanzaba yo mi “Reto a Mosterín” a través de los medios de comunicación que quisieron hacerse eco del mismo –antitaurinos incluidos– y, a pesar de habérselo hecho llegar al filósofo personalmente –primero, por medio de la directora del Instituto de Filosofía del CSIC, donde trabaja, y, luego, a su propia dirección de correo electrónico–, a pesar de que compañeros de Burladero.com hicieron gestiones al respecto en el gabinete de Prensa del CSIC para que el profesor Jesús Mosterín se pusiese en contacto con ellos, no ha sido éste capaz de dar la cara. Tan bocazas en otras ocasiones, esta vez ha optado por dar la callada por respuesta.
“Es lógico”, pensarán ustedes. Tampoco yo esperaba otra cosa, pero de esa “lógica” se derivan unas consecuencias que hemos de señalar y preservar debidamente del olvido.
Cuando alguien sostiene unos argumentos que contradicen lo comúnmente aceptado, tiene la obligación de demostrarlos. Si no lo hace –máxime, después de habérselo exigido–, cae bajo sospecha de fraude: no sólo porque da la impresión de no creer en lo que dice, sino porque, con toda probabilidad, está haciendo un uso malintencionado de su argumentación con el propósito de engañar a los cándidos incautos que lo tengan como fuente de autoridad.
El señor Mosterín se ha atrevido a sostener reiteradamente lo que ninguna de las tesis abolicionistas que han acompañado al toreo a lo largo de su historia habían osado nunca: que el toro de lidia es un animal inofensivo y que la práctica del toreo entraña un riesgo mínimo. Es más, ha dicho a todo el que ha querido escucharlo, que la lidia es un falso combate porque “dos no pelean si uno no quiere, y el toro nunca quiere pelear”, e incluso se ha permitido el desahogo de afirmar que el peligro más grande que el toro entraña para el torero es el de las banderillas que lleva clavadas.
Al señor Mosterín le retaba yo, no a demostrar su valor poniéndose delante de un toro, como han interpretado algunos de los ilustrados antitaurinos que me retaban a su vez a ¿torear? un búfalo o un rinoceronte, sino a demostrar empíricamente sus disparatadas afirmaciones. Sin embargo, no ha querido recoger el guante. Y no ha querido hacerlo porque jamás creyó en sus descabelladas necedades; porque las utilizó a sabiendas de que actuaba como un EMBAUCADOR y un EMBUSTERO.
A tenor de lo dicho –y tal es el objeto de este comunicado– ruego a cuantos ejercéis la información que, si en lo sucesivo os tropezáis con el profesor Mosterín u os llegan noticias de que éste o cualquiera de sus correligionarios persiste en utilizar los mismos argumentos en contra de la Fiesta, salgáis al paso de tales despropósitos recordándole el “reto” que no quiso aceptar.
Como os decía en aquella ocasión, a los taurófilos nos ha llegado la hora de pasar a la ofensiva no dejando ni una mentira sin contestar ni una falacia sin rebatir. Y en eso estamos.
Muchas gracias a todos.

Santi Ortiz

Sanlúcar de Barrameda, 20 de septiembre de 2010






























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viernes, 10 de septiembre de 2010

Medio siglo de Victorino

Hoy hace cincuenta años.

El 18 de agosto de 1960 Victorino Martín Andrés y sus hermanos Adolfo y Venancio adquirieron el primer lote de la ganadería de los hermanos Escudero Calvo, el correspondiente a Florentina Escudero. Esta ganadería había pertenecido antes a José Bueno y antes al marqués de Albaserrada. Compraron, por 1.060.000 pesetas, 150 cabezas y el derecho a usar el nombre de Escudero Calvo Hermanos. Con él lidiaron la primera novillada en Zaragoza el 30 de abril de 1961, cobrando 115.000 pesetas. El 27 de agosto del mismo año lidiaron su primera corrida, para inaugurar la plaza de San Sebastián de los Reyes. Estos fueron los comienzos de una gran aventura ganadera.

En abril de 1962 compraron, por 2.500.000 pesetas, el segundo lote de la ganadería de los hermanos Escudero Calvo, el correspondiente a Josefa Escudero; se componía también de 150 vacas, más el semental "Barquillero".

El 24 de diciembre de 1965 compraron el lote de la ganadería que faltaba, el correspondiente a Antonio Escudero, junto con la finca "Monteviejo", en Cáceres. En esta finca han pastado las reses de Albaserrada desde el año 1920, cuando don José Bueno se las compró al marqués y las trasladó desde Gerena (Sevilla).

De los cuatro hermanos Escudero faltaba Andrea, la cual en 1946 vendió su parte a Pablo Martínez Elizondo, Chopera, que a su vez la vendió, en 1.978, a Jesús Trilla; éste la terminó llevando al matadero.

En la temporada de 1966 lidian ya a nombre de Martín Andrés Hermanos pero ese mismo año Victorino Martín Andrés pasa a lidiar las reses por primera vez a su nombre, pero con el hierro de Albaserrada. En 1987 Victorino Martín García (Victorino hijo), una vez licenciado en Veterinaria, se incorpora a la ganadería.

En 1989 Victorino llega a un acuerdo con sus hermanos Adolfo y Venancio para quedarse en solitario con la ganadería en tanto Adolfo forma la suya propia con el primitivo hierro de la “V”.

En 1995 forma una segunda ganadería con el hierro de Monteviejo y el encaste Vega-Villar.

En 2005 Victorino Martín adquiere de Francisco Galache 246 reses, unas de procedencia Vega-Villar y otras de procedencia Urcola. Las primeras se adscriben al hierro Monteviejo y las segundas, a "Ganadería de Urcola", cuyo hierro y divisa también compra.

Hasta ahora, Victorino Martín ha lidiado más de 2.700 reses en 518 festejos, con más de 250 matadores. Un centenar de sus toros han recibido el premio de la vuelta al ruedo y cinco han sido indultados (dos en plazas de primera, uno de ellos, "Velador", el único indultado en Las Ventas, en 1982).

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En estos cincuenta años lo que ha conseguido Victorino Martín escapa a una medida normal. No quiero exagerar, ni siquiera comparar. Sin embargo, aunque tengo para mí, para mi sentimiento de los adentros, que el mejor ganadero de la historia ha sido el conde de Vistahermosa, también tengo por seguro que nadie intentará contradecirme si proclamo que Victorino es el mejor ganadero del siglo XX.

Cogió una ganadería que muy probablemente habría acabado yendo entera al matadero, después de bastantes años sin control. Procedía del marqués de Albaserrada, que recibió lo que su hermano le dio porque no lo quería para sí. Salió del encaste Saltillo, que era un encaste con genética complicada y de difícil previsión y además poco apto para el toreo moderno. Bien, pues con esos mimbres ha constituido una ganadería que ha llegado a ser la más atractiva para el público y sus toros pesan en un cartel más que los toreros anunciados. Lo ha conseguido sacando unas veces toros bravos (como Velador, el indultado en Madrid, o Borgoñés, el que pudo ser indultado en Sevilla) y otras, toros sorprendentes pero siempre manteniendo en alto el interés de la afición.

Feliz cumpleaños y que la ganadería de Victorino nos siga dando de qué hablar durante otros cincuenta años.




























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miércoles, 8 de septiembre de 2010

Savater y la barbarie compasiva

El filósofo Fernando Savater ha escrito un artículo en el diario El País, sobre "La ética y moralidad del toreo". Lo reproduzco:



En los últimos meses, durante la ofensiva antitaurina que culminó con la prohibición de los toros en Cataluña, dos de la palabras más repetidas fueron "compasión" y "barbarie". Dejemos a un lado la fundada sospecha de que en la decisión del Parlamento autonómico tuvo más peso la voluntad separatista de abandonar una tradición compartida con el resto de España que cualquier argumento animalista. Ya se ha insistido incluso demasiado en este aspecto -tan romo de interés teórico como casi todo lo que atañe al nacionalismo- olvidando en cambio los pretextos, que en este caso son más interesantes que el contexto. No se necesita una argumentación ética fundada para que a uno personalmente le desagraden o hasta le asqueen los toros: pero en cambio es imprescindible para prohibirlos en una comunidad con carácter imperativo y general.



Se apela a la compasión como última ratio moral y se nos recuerda el principio budista de no dañar bajo ningún pretexto a otro ser vivo. Con todos mis respetos para Richard Gere y compañía, quienes no somos budistas no nos sentimos obligados por él (sobre todo si comemos carne o pescado y nos curamos con antibióticos, cuyo simple nombre ya promete matanzas): a trancas y barrancas, pero vivimos en un estado laico... hasta en Cataluña. Fuera de esa postura religiosa, no es cierto que la compasión por el dolor universal sea la base de la ética. Sin duda ser compasivo es un sentimiento que nos mejora, pero no un precepto moral ineludible. Paseando por el campo, veo que un gorrioncillo recién nacido se ha caído del nido y pía angustiosamente en el suelo expuesto a todos los peligros: como soy compasivo, lo recojo y lo devuelvo a su hogar... aunque así perjudique a la serpiente que también tiene que comer para vivir. ¡Bravo, tengo buen corazón! Pero si quien gime abandonado en un cubo de basura es un bebé, tengo la obligación ética de ayudarle, me compadezca de él o no. Si no lo hago, no seré poco sentimental o duro de corazón sino claramente inmoral. La diferencia es importante, todo lo que cuenta en la ética -el reconocimiento de lo humano por lo humano y el deber íntimo que nos impone- reside ahí.

Peter Singer, el filósofo que oficia como mentor del animalismo, relativiza esta norma: si el bebé humano padece malformaciones y anormalidades, tengo menos obligación ética de salvarle que al gorrioncillo o a cualquier otro animal sano, en caso de que deba elegir. Y así llegamos al tema de la barbarie. Porque en su sentido prístino y radical, el bárbaro no es quien maltrata o no se compadece de las bestias, sino quien no distingue entre el trato que debemos a los humanos y el que corresponde a los animales. La auténtica imagen de la barbarie no ocurre dentro de la plaza donde se lidia al toro, sino fuera: son esas personas que yacen desnudas, cubiertas de falsas banderillas y pintura color sangre, y que dan a entender que es lo mismo matar a un toro que a un ser humano. Dice una barbaridad el portavoz de ATEA en el País Vasco cuando pide explicaciones porque se condene a ETA pero no a Jesulín de Ubrique y otra aún peor los que se ufanan de alegrarse cuando el toro mata al torero. Donde no se asume la excepcionalidad del vínculo recíproco entre semejantes racionales, ese es el predio de los bárbaros.

Hace poco una conocida novelista mandó una carta a este periódico abogando por los derechos de los animales. Concluía diciendo: "¿No somos también nosotros simple y gozosamente animales?". Sin duda biológicamente somos animales, no vegetales. Pero desde luego ni simple ni gozosamente. Por culpa de ello existen las novelas... y la ética.















































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miércoles, 1 de septiembre de 2010

Novillada y primicia

Llego de El Puerto de Santa María, donde he estado presenciando un festejo taurino en su magnífica Plaza Real. Me he sentado en barrera, con el Gordi; desde ese sitio se ve de más cerca a todos los que pululan por el callejón. Se ven alcaldes, concejales y demás arrimados pero sobre todo taurinos, empresarios, ganaderos y toreros de paisano; de éstos hoy sólo he visto a Jesuli de Torrecera.



Ha sido una novillada sin caballos, con cuatro novillos de Osborne y dos de Cebada Gago; al quinto se le ha dado la vuelta al ruedo pero los seis han cumplido magníficamente hasta el punto de que el mayoral de Osborne ha salido a hombros. De los tres novilleros, el segundo (Fernández Ramos) ha salido también a hombros y finalmente ha sido proclamado ganador del certamen "El Puerto busca un torero" desarrollado a lo largo de cinco novilladas.



Llego a casa y leo en internet noticias taurinas del domingo. De pronto veo la de que "Jesuli de Torrecera se encerrará en solitario en El Puerto el 2 de octubre", con seis osbornes; se dice que "según informa el torero al medio", fechada a eso de las doce de la noche. Vaya, hombre, qué coincidencia, que lo acabo de ver. Y, por cierto, este periodista internético está últimamente aprendiendo a cazar primicias.

Horas más tardes me entero jerezania.com de que la verdadera primicia la cazó de fuente directa MS, el cual la pasó por la tarde a su agencia, y de aquí a todos lo medios. Menos mal, ya era hora de que un periodista del que soy amigo cazara una primicia y de él bebieran los demás periodistas.

Por cierto, el periodista internético no sé si tomó la noticia de la agencia de mi amigo (en cuyo caso mintió en la información) o si realmente fue informado directamente por el torero (en cuyo caso no mintió pero no cazó verdaderamente una primicia).













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