lunes, 28 de septiembre de 2015

Pedro Romero, insuperable

En 1789, cuando Carlos IV subió al trono, el Ayuntamiento de Madrid organizó tres corridas de toros en la Plaza Mayor los días 22, 24 y 28 de septiembre y contrató a los tres grandes matadores del siglo dieciocho, Pedro Romero, Pepe Illo y Costillares. El autor de la primera tauromaquia escrita y el inventor del Volapié exigen que se quiten las reses castellanas del festejo pero Pedro Romero evita que así sea.

La corrida del día 28 fue la menos lucida por el ganado, y la más pródiga en incidentes desagradables. El toro lidiado en noveno lugar cogió a José Delgado. Romero lo cuenta en una carta así: "Seguí matando los toros de Castilla según me obligué, a excepción de uno de los toros que por equivocación se lo echaron a Pepe-Illo (este toro era de don Agustín Díaz de Castro, de Pajares de los Oteros León). Tocaron a muerte y se fue el toro al rincón del Peso Real. Illo se fue derecho al toro y, viendo yo el sitio en que estaba, le dije: "Compañero, deje usted; lo sacaremos de ahí". Volvió la cara y me miró sin contestar. Yo, que advertí esto, me retiré un poco y le dejé ir; el resultado fue que lo cogió el toro y lo hirió muy mal. Lo llevamos al balcón de la duquesa de Osuna. Estuve por allá como un cuarto de hora y cuando volví a la plaza me hallé que el toro estaba en el mismo sitio del Peso Real. Cuando me vieron los demás toreros, todos empezaron a armar las muletas para ira a matar el toro; les dije: "Caballeros, resulta que al cabo de tanto tiempo ninguno ha matado el toro y ahora quieren todos ustedes ir a matarlo; retírense ustedes". Armé la muleta; me fui derecho al toro; me presenté a una distancia regular, citándolo, y a una de las citas que le hice me arrancó, yo me cambié y lo recibo a la muerte y lo maté de una estocada".



Muy probablemente, ese fue el momento que Goya, años más tarde, quiso reflejar en uno de los grabados de su Tauromaquia, el que titula justamente "Pedro Romero matando a toro parado".

Pedro Romero resuelve el trance de Pepe-Hillo salvando su vida y matando al toro, al que desde luego no había tanteado. La estocada recibiendo es un sobresfuerzo, pues se deja llegar una res de la que desconoce sus complicaciones. Convirtió el susto de sus compañeros en un alarde de su poder, incluso ante los toros más temidos de su época. Este gesto demuestra lo que era: el maestro insuperable.



viernes, 11 de septiembre de 2015

Vasija neolitica entera

La Cueva del Randero se encuentra en Pedreguer (provincia de Alicante). En ella el equipo arqueológico del Museo Arqueológico Provincial ha descubierto una vasija de unos 5.000 años de antigüedad de grandes dimensiones y en perfecto estado de conservación. El hallazgo, por sus características, se considera fundamental para la obtención de datos sobre el IV milenio a. C. en la fachada mediterránea.

Los trabajos se centraron en extraer con todas las garantías de conservación e investigación este recipiente, que es el primero de ese tamaño -70 centímetros de altura por 50 de diámetro en la boca- que se ha descubierto entero en el interior de una cueva.



El vaso estaba enterrado en una fosa que se hizo exprofeso; la cercanía de un agujero de poste hace pensar en un área de habitación humana. La investigación, orientada a la delimitación funcional de los diferentes espacios que integran la cueva, ha descubierto varias estancias: un ámbito principal o sala de entrada donde se protegía al ganado, una galería central que, por los restos hallados, podría haber estado dedicada a la cría de animales y un espacio más recóndito, o sala interior, reservado a los humanos.

Según los análisis del manto estalagmítico, el equipo arqueológico ha determinado que esta última estancia, en la que convivían las personas, permaneció inaccesible durante la Edad de Bronce. El verano anterior consiguieron abrir el acceso y comprobar la ordenación, el buen estado de la estratigrafía y la adecuación del registro material con la temporalidad neolítica.

Este vaso sitúa a la Cova del Randero como uno de los principales yacimientos para el conocimiento de la vida cotidiana en el IV milenio a.C.







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martes, 8 de septiembre de 2015

El origen reciente de los vascos



El análisis genético de ocho esqueletos aparecidos en el yacimiento de El Portalón, en Atapuerca, ha cambiado por completo la idea dominante sobre el origen de los vascos. Hasta ahora, en efecto, se asumía que estaban ligados genéticamente a poblaciones pre agrícolas, es decir, mucho más antiguas que la propia agricultura. Como es sabido, la agricultura entró en la península Ibérica en el Neolítico, hace unos 7.500 años. Pero una nueva investigación recién publicada en PNAS acaba de mostrar una realidad bien distinta.

El nuevo estudio, en efecto, sugiere que los vascos actuales están estrechamente relacionados con los antiguos agricultores ibéricos. Es decir, que su origen es mucho más reciente de lo que se había creído hasta ahora.

Torsten Günther, de la Universidad sueca de Uppsala, ha examinado junto a sus colegas los restos genéticos obtenidos de los fósiles de El Portalón. Los ocho esqueletos tienen una antigüedad comprendida entre los 3.500 y los 5.500 años, un periodo que se sitúa en pleno Neolítico y que es, por lo tanto, muy posterior a la adopción de la agricultura en la Península Ibérica. Los investigadores compararon este material genético con el de antiguas poblaciones europeas de otras regiones del continente, y después con los pobladores actuales de esas mismas regiones.

Agricultores y cazadores
Los resultados indican con fuerza que, igual que en el resto de Europa, los antiguos agricultores ibéricos surgieron de un ancestro común, probablemente un grupo de poblaciones agrícolas emigrantes, que se mezclaron con los grupos de cazadores recolectores locales durante varios miles de años, el tiempo que tardó la agricultura en extenderse por toda la Península y que dio origen a la llamada «revolución del neolítico».

Según los autores, los resultados implican que los vascos actuales se parecen más a los antiguos agricultores neolíticos que a cualquier otra población anterior.

En el estudio aparecen como firmantes los tres co directores de los yacimientos de Atapuerca: Juan Luis Arsuaga, Eudald Carbonell y José María Bermúdez de Castro, quien explica a ABC como surgió esta investigación.

«La bióloga y paleontóloga Cristina Valdiosera, segunda firmante del artículo, hizo su tesis doctoral en Atapuerca, precisamente en El Portalón, y después se fue a la Universidad sueca de Uppsala para llevar a cabo su trabajo post doctoral».

Por eso, las muestras de El Portalón se estudiaron en Suecia. La Universidad de Uppsala, en efecto, es una de las muchas instituciones internacionales que colaboran con los científicos de Atapuerca.

Posiblididades del yacimiento
El Portalón es un yacimiento con muchas posibilidades. Baste decir que se han excavado ya diez metros de profundidad, y quedan por lo menos otros treinta por excavar. Y en esos diez metros han aparecido ya restos que van desde la época romana hasta el Neolítico. Es decir, hay series de datos con una antiguedad, por ahora, de hasta unos 8.000 años.

«En Uppsala -explica Bermúdez de Castro- existe una de las bases de datos genéticas más completas que hay. Y los ocho esqueletos de El Portalón conservan restos de ADN perfectamente utilizable pra poder hacer comparaciones. Cuando se hicieron esas comparaciones, en Uppsala se dieron cuenta que esos ocho antiguos esqueletos de Atapuerca (de hace unos 5.000 años) a quien más se parecen es a los vascos de la actualidad».

Origen muy antiguo
Hace apenas unos años, se pensaba que los vascos tenían un origen muy antiguo, que se remontaba incluso a las poblaciones de cromagnones que poblaban la península hace unos 20.000 años. Otros estudios rebajaron después la antigüedad de los habitantes del norte de España hasta el Mesolítico, es decir, a hace unos 12.500 años, un periodo que sigue siendo muy anterior a la adopción de la agricultura.

«Pero con este nuevo trabajo -explica Bermúdez de Castro- no queda más remedio que aceptar el origen Neolítico, mucho más reciente, de los vascos».

«Por supuesto -añade el paleontólogo- eso no significa que no tengamos genes de humanos más antiguos. En nuestro genoma, por ejemplo, hay incluso genes de Neandertal. Y también conservamos genes que proceden del Mesolítico, un periodo en el que los humanos seguían siendo cazadores recolectores. Pero es en el Neolítico, hace unos 7.500 años, cuando la agricultura se extiende por toda la península como la pólvora. Y es entonces cuando las poblaciones pasan de ser cazadores a agricultores y ganaderos».

«Mucho tiempo después -prosigue Bermúdez de Castro- llegaron a la península muchas otras poblaciones, como los bereberes del norte de Africa, los celtas, los visigodos, los romanos... y todos ellos han ido dejando sus propias huellas genéticas. Y es cierto que los vascos lograron librarse de todas estas influencias históricas. Pero no de su origen neolítico, que es de donde procedemos todos».

Un origen común
«La conclusión -afirma el paleontólogo- es que todos, vascos incluídos, tenemos un mismo origen en el Neolítico, hace unos 5.500 años. Todas las diferencias que puede haber, y que hay, entre vascos, gallegos, andaluces o aragoneses, son posteriores y de origen histórico».

Otro aspecto interesante del estudio publicado en PNAS hace referencia al euskera. Según los investigadores, el idioma hablado por los vascos también podría ser de origen neolítico, mucho más reciente de lo que se pensaba, aunque se admite la posibilidad de que su origen sea, por lo menos en parte, Mesolítico, de unos 12.000 años. Es decir, más antiguo.

«En todo caso -apuntilla Bermúdez de Castro- se trata de una cuestión cultural y poco tiene que ver con la Biología. Cualquiera sabe qué lenguas se hablaban en el neolítico, hace 5.000 o 7.000 años. Y menos aún en el Mesolítico. Pero la genética ahí no tiene nada que decir. Lo único cierto es lo que nos dicen los ocho esqueletos analizados (cuatro de ellos muy fiables genéticamente). Son datos científicos y no admiten discusión».