Mientras algunos ultiman su órdago de prohibición a la Fiesta en Cataluña, la lidia en Euskadi sigue gozando de grandes dosis de popularidad. El Museo de Bellas Artes de Bilbao, como los buenos museos, propone regularmente, además de su colección permanente, un interesante programa de exposiciones temporales. Dentro de él, hoy ha comenzado "Taurus. Del mito al ritual", una muestra dedicada a la figura del toro que llegará hasta el 5 de septiembre.
Desde la prehistoria hasta el mundo romano, la figura del toro ha ocupado un lugar destacado en la cultura y el arte de las civilizaciones mediterráneas, que han reflejado su imagen en mitos, ceremonias rituales, juegos, circos romanos y fiestas, en las representaciones artísticas, la cerámica y el muralismo.
Desde entonces y hasta el medioevo están las cacerías de toros y los rituales nupciales de fecundidad. Aparece la costumbre del "toro nupcial", por la que se considera mágica la cualidad fertilizante de la sangre del animal, como está documentada en las "Cantigas de Santa María" de Alfonso X el Sabio, quien prohibe el toreo a pie y permite solo el toreo aristocrático, a caballo. Se desarrolló una relación con el hombre que acabó adquiriendo un carácter lúdico y que paulatinamente se fue convirtiendo en la lidia codificada que hoy conocemos.
El Renacimiento recogió también esa iconografía, sobre todo en torno a los mitos del Minotauro y del Rapto de Europa.
A partir del siglo XVII los artistas añadieron el interés por las manifestaciones festivas de la tauromaquia, de modo que desde entonces algunos de los mayores creadores de los siglos XVIII, XIX y XX han tratado la iconografía de los modernos juegos taurinos, en los que resuena el antiguo culto a la fuerza vital del toro y una mirada directa, sin concesiones, a la muerte.
El origen de la exposición "Taurus. Del mito al ritual" está en la conmemoración del centenario del Club Taurino Cocherito de Bilbao, que se fundó en 1910 para homenajear al torero bilbaino Cástor Jaureguibeitia (1876-1928). Pretende ser la primera gran muestra dedicada a analizar la trascendencia cultural de la figura del toro a lo largo de la Historia del Arte. Su objetivo es mostrar la complejidad con la que el arte se ha acercado a la figura del toro, a partir de su importancia religiosa en las civilizaciones primitivas y de su poder generador de mitos y manifestaciones zoolátricas, de juegos ceremoniales y sacrificios en las civilizaciones mediterráneas de la Antigüedad.
Para ello reúne más de 200 obras –cerámicas, pinturas, esculturas, obra sobre papel y artes aplicadas–, desde valiosas piezas arqueológicas, como una terracota fechada hacia 1200 a. C. (Edad del Bronce) de origen iraní, dos ánforas griegas de los siglos VI y V a. C. prestadas por el British Museum de Londres, el Toro ibero de Porcuna o un fresco pompeyano del siglo I a. C., "El castigo de Dirce", del Museo Arqueológico de Nápoles,
hasta pinturas de Goya, Manet, Zuloaga,
Gutiérrez Solana, Picasso (con su ensamblaje "Cabeza de toro"), Miró, Magritte, Equipo Crónica o Barceló, y las series completas de estampas de la tauromaquia de Carnicero, Goya y Picasso,
entre otras muchas, prestadas por medio centenar de museos y colecciones internacionales.
La exposición está dividida en dos grandes secciones: “El mito y los mitos del toro” y “El ritual de la fiesta”. Ésta última, a su vez, se ordena en seis apartados en torno al desarrollo de la tauromaquia: los orígenes, los lugares donde históricamente se ha desarrollado, los personajes que intervienen en ella, la lidia, la tragedia y la gloria de las corridas y las imágenes de después de la fiesta.
Finalmente, se ha elaborado un catálogo con textos de Carlos Moya, Pedro Romero de Solís, José María Blázquez, William Jeffett, Virginia Albarrán, Jesús Urrea, Álvaro Martínez-Novillo, Alfonso Carlos Saiz Valdivielso, Brigitte Leal y Araceli Guillaume-Alonso.
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