Inicio una serie de capítulos sobre el tema de "Castas bravas", que tengo desarrollado entre mis papeles de hace tiempo y que puedo seguir ampliando en el futuro. Aunque en otro post traté el mismo tema desde un punto de vista de aplicación didáctica (ver "La castas bravas como recurso didáctico" ), ahora lo trato desde el punto de vista de formación propiamente taurina. Los capítulos tienen diferente extensión pero constituyen unidades, en las que divido separadamente la exposición. Cada capítulo comprende una parte principal, presentada en letra script, y otra parte, en cursiva, formada por notas, insertables en los puntos de llamada.
0 . El “Bos taurus primigenius” (o uro) y el “Bos braquicerus” fueron las dos especies salvajes de las que procede el toro bravo o de lidia. Se cree que la primera entró en la Península Ibérica por el Estrecho de Gibraltar (1) y tendría relación con los bóvidos del valle del Guadalquivir (de los que serían representantes los míticos toros del rebaño de Gerión).
La segunda especie, con cuernos muy veletos, entraría por los Pirineos y de ella derivarían los toros de la casta navarra, pequeños y de patas cortas pero astutos, malhumorados y de fiero temperamento -como los antiguos de Carriquiri (2) o de Zalduendo (3)-, y los de la región francesa de la Camarga.
(1) Recientemente se ha creído encontrar el antecedente del que evolucionaron directamente los toros actuales entre los restos de la Hoya de Guadix. El bóvido de Fonelas o toro primitivo (“Leptobos etruscus”) pesaba 450 kilos y tenía una constitución anatómica muy variada; pude que en esa diversidad radique su éxito evolutivo. Se caracteriza también por su gracilidad o esbeltez; era altivo y gastaba unos imponentes cuernos divergentes, duros como el acero, y dirigidos hacia atrás. Se me antoja muy semejante al buey watusi. Participó con otros mamíferos en el fenómeno migratorio llamado “evento del lobo”, que era el camino desde Asia hasta Europa occidental (frente al “evento del hombre”, que provenía desde África).
(2) Nazario Carriquiri y Francisco Javier Guendulain se unieron para formar ganadería en Tudela con reses navarras (procedentes, entre otras ganaderías, de la del Marqués de Santacara). Disuelta la sociedad, se constituyó otra entre Carriquiri y el conde de Espoz y Mina, que la cruzaron con sementales de Lesaca para obtener mayor alzada en los toros. En 1.883 la parte correspondiente a Carriquiri fue comprada por el conde de Espoz y Mina. A la muerte de éste toda la ganadería pasó a sus herederos, que el 30 de abril de 1.908 la vendieron sus 418 reses por 130.000 pesetas (“era una fortuna para la época”) a Bernabé Cobaleda, que la llevó (en un periplo de 30 días) a su finca de “Campocerrado” en la localidad salmantina de Castraz. Éste conservó la primitiva sangre hasta que, al hacerse cargo de la vacada su hijo Juan, extinguió la antigua casta sustituyéndola por sangre vistahermosa. Hoy el hierro pertenece a una ganadería que pasta en Badajoz.
(3) Por los años 1.750 a 1.760 Joaquín Zalduendo formó con reses de pura raza navarra ganadería cuya antigüedad es de 1.817, que pasó después a su viuda Juana Pascual y luego a su hijo Joaquín, heredándole a éste su viuda Mª Eugenia de la Pedriza y a ésta su hijo Fausto, de quien la heredó su viuda Cecilia Montoya Ortigosa. A ésta le heredó Jacinto Zalduendo.
(Antiguo toro de Zalduendo)
Tras pasar en 1.939 por la familia Amigot, en 1.965 por la sociedad “Villaralto”y por Florencio Martín (que la anunció como “Zalduendo”), la han comprado en 1.987 los hermanos Fernando y Javier Domecq Solís, que han sustituído lo anterior por reses de procedencia Jandilla, que pastan en la finca Moheda, de Aliseda (Cáceres), conservando hierro, divisa y antigüedad.
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Hace 11 años
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