El hallazgo de un homínido de apenas un metro de estatura y el cerebro del tamaño de un chimpancé que vivió en la isla de Flores (Indonesia) hace miles de años desconcertó a los científicos cuando se dio a conocer en 2004 y abrió un debate que aún hoy sigue candente. De este «Homo floresiensis» al que pronto bautizaron con el apodo de «hobbit», en un guiño a Tolkien, se ha dicho que era un Homo erectus que «encogió» para adaptarse a la vida en una isla, que se trataba de un Homo Sapiens que sufría síndrome de Down o algún trastorno genético...
Ahora un nuevo estudio llevado a cabo por los investigadores franceses Antoine Balzeau, del Musée de l'Homme, y Philippe Charlier, de la Universidad de Versalles-San Quintín, concluye que estos diminutos homínidos no eran humanos.
La microtomografía de alta resolución del cráneo del especimen mejor conservado de este «Hombre de las Flores», el denominado LB1, muestra que éste no tiene signos de ninguna patología conocida en el Homo Sapiens, ni las características que definen a nuestra especie.
La investigación, publicada en The Journal of Human Evolution, descarta así las hipótesis de que estos hobbits, de un metro de altura y 25 kilos de peso, eran en realidad hombres cuyo pequeño tamaño había sido causado por algún trastorno genético. Se sospechó que pudieran haber sufrido cretinismo, a veces provocado por la falta de yodo, o microcefalia o síndrome de Down.
Desde un punto de vista médico, este «hombrecillo» tiene numerosos caracteres internos que caen dentro de la variación normal de los homínidos, como la falta de neumatización frontal, explica Europa Press. Sin embargo, sufrió de hiperostosis frontal interna.
La estructura y la forma del cráneo muestran similitudes claras al Homo erectus. De hecho, la distribución del espesor de hueso, la estructura interna y la configuración de las estructuras craneales son primitivas entre los homínidos, al menos cuando el Homo erectus se compara con el neandertal y el sapiens.
Los resultados de este estudio fueron muy claros, según Balzeau: «No mostró características de nuestra especie». Es decir, de Homo sapiens. Tampoco ninguna señal que corresponda a las principales enfermedades que otros investigadores habían señalado.
Pero si una parte del misterio parece haber sido solucionada, otra sigue abierta. Los científicos no han podido aclarar si el «hobbit» era una versión reducida del Homo erectus, que habría llegado a esta isla vecina de Java hace millones de años, o si el Homo floresiensis que cazaba, fabricaba herramientas y utilizaba el fuego, era una especie por derecho propio.
«Por el momento, no se puede decir ni lo uno ni lo otro», señala Balzeau
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