martes, 8 de diciembre de 2015

Lutero ante la Virgen María

Se considera que el protestantismo nace (y divide a la cristiandad) cuando el moje agustino Lutero proclama las Noventa y cinco tesis de Wittemberg en 1517. Estas tesis tenían como tema central las indulgencias papales y no mencionaban para nada a la Virgen María.

Se considera también que el luteranismo se consolida con una doctrina propia y sistemática en la “Confesión de Augsburgo”, elaborada en 1530 por Lutero y su discípulo Melanchton. Lo único que esta Confesión dice sobre la Virgen María es que Jesús nació de “la bienaventurada Virgen María” y que en su seno Jesús asumió la humanidad; se trata, pues, de afirmaciones perfectamente católicas.

Así, el primer luteranismo, el de Lutero, no negaba ni la virginidad perpetua de María (antes, durante y después del parto), ni su presencia segura en el Cielo, ni el deber de venerarla y alabarla, ni su carácter único y especialísimo, ni su maternidad sobre todos los hombres ni su Inmaculada Concepción (el haber sido preservada por Dios del pecado original desde su misma concepción). Recogemos un trabajo aportado por dos portales informáticos, PuenteCatólico.com y BiblicalCatholic.com.

PuenteCatolico.com (y su versión en inglés, CatholicBridge.com) muestra con citas que Lutero y el primer luteranismo no profesaban las doctrinas antimarianas que el protestantismo iría adoptando después. Las repasamos a continuación.

Su sermón del 15 agosto de 1522 (es decir, cuando llevaba ya 5 años de agria confrontación con Roma) fue la última vez que Martín Lutero predicó en la fiesta de la Asunción y dijo: “No cabe duda de que la Virgen María está en el cielo. Cómo ocurrió no lo sabemos. Y, ya que el Espíritu Santo no nos ha dicho nada acerca de esto, no lo podemos hacer artículo de fe...Es suficiente saber que ella vive en Cristo”.

Y en sermones de años posteriores insistirá en la devoción mariana obligada para el cristiano: "La veneración de María está en las profundidades del corazón" (Sermón, 1 de septiembre de 1522). "(Ella es) la mujer más encumbrada y la joya más noble de la cristiandad después de Cristo...ella es la nobleza, sabiduría y santidad personificadas. Nunca podremos honrarla lo suficiente, aun cuando ese honor y alabanza debe serle dado en un modo que no falte a Cristo ni a las Escrituras" (Sermón, Navidad 1531). "Ninguna mujer es como tú. Tú eres más que Eva o Sara, bendita sobre toda nobleza, sabiduría y santidad" (Sermón, Fiesta de la Visitación, 1537). "Cada uno tendría que honrar a María tal como ella misma lo expresó en el Magnificat. Ella alabó a Dios por sus obras. ¿Cómo podremos entonces nosotros alabarla? El verdadero homenaje de María es en honor de Dios, la alabanza de la Gracia de Dios. María nada es por su propio mérito, sino por el mérito de Cristo. María no desea que vayamos a ella sino a través de ella hacia Dios" (Explicación del Magnificat, 1521).

Lutero exalta a la Bienaventurada Virgen dándole la posición de "Madre Espiritual" para los cristianos: "Es consuelo y sobreabundante bondad de Dios que el hombre pueda exultar en semejante tesoro: María es su verdadera Madre" (Sermón, Navidad, 1522). "María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros aunque Cristo solamente fue quien reposó en su regazo. Si Él es nuestro, debiéramos estar en su lugar; ya que donde Él está debemos estar también nosotros y todo lo que Él tiene debe ser nuestro, y su madre es también nuestra madre" (Sermón, Navidad, 1529).

Martín Lutero creía en la Inmaculada Concepción de María; las siguientes palabras son suyas: "Es dulce y piadoso creer que la infusión del alma de María se efectuó sin pecado original, de modo que en la mismísima infusión de su alma ella fue también purificada del pecado original y adornada con los dones de Dios, recibiendo un alma pura infundida por Dios; de modo que desde el primer momento que ella comenzó a vivir fue libre de todo pecado" (Sermón sobre el día de la Concepción de la Madre de Dios, 1527). "Ella es llena de gracia, proclamada ser enteramente sin pecado (algo excesivamente grande), para que la gracia de Dios la llenara con todo bien y la hiciera libre de todo mal" (Personal Libro de oración, 1522).

En BiblicalCatholic.com Dave Armstrong (un metodista y evangélico que, en 1990, se hizo católico con 32 años leyendo al cardenal John H. Newman) muestra con citas que Lutero también aceptaba lo que la Iglesia siempre enseñó; a saber, que María fue Virgen no sólo antes del parto (cosa que aceptan hoy casi todos los protestantes conservadores) sino también durante el parto y después del parto (doctrina católica que niegan hoy la mayoría de protestantes conservadores).

Así, Lutero escribe: "Cristo, nuestro Salvador, fue el fruto real y natural del vientre virginal de María. Esto sin la cooperación de un hombre y ella permaneció virgen después" (Sermones sobre Juan, 1539). "Cristo fue el único Hijo de María; la Virgen María no tuvo otros hijos aparte de Él. Me inclino a aceptar a quienes declaran que los "hermanos" realmente significan "primos" aquí, ya que el escritor sagrado y los judíos en general siempre llamaban hermanos a los primos (Sermones sobre Juan, 1539). "Una nueva mentira acerca de mí está circulando. De acuerdo a ella se supone que yo he predicado y escrito que María, la Madre de Dios, no fue virgen antes o después del nacimiento de Cristo" (Jesucristo nació judío, 1523). "La Escritura no dice o indica que ella haya perdido su virginidad luego. Cuando Mateo (1,25) dice que José no conocía carnalmente a María hasta que ella dio a luz a su hijo, no dice seguidamente que la haya conocido luego; al contrario, significa que nunca la conoció” (Jesucristo nació judío, 1523).

El editor de este estudio, el teólogo luterano Jaroslav Pelikan, agrega: "Lutero ni siquiera consideró la posibilidad de que María pudiera tener otros hijos además de Jesús. Esto es consistente con la aceptación durante toda su vida de la idea de la virginidad perpetua de María" (Pelikan, 214-5).

Y hay más citas de Lutero en ese sentido: "Dios es con ella, significando que todo lo que ella hizo o no hizo es divino y acción de Dios en ella. Más aún, Dios la guardó y protegió de todo lo que pudiera ser dañino para ella" (Luther´s Works; Fortress, 1968). "Ella con justicia es llamada no solo madre del hombre, sino también la Madre de Dios. Es cierto que María es la Madre del real y verdadero Dios" (Sermón sobre Juan, ed. Jaroslav). "La humanidad ha resumido toda su gloria en una sola frase: la Madre Dios. Nadie puede decir algo más grande de ella aunque hablara tantas lenguas como hojas hay en los árboles". (Comentario sobre el Magnificat).

Esta devoción de Lutero por la Virgen María la señalan los especialistas en el autor alemán. Ejemplo es Wm. J. Cole: "En las resoluciones de las Noventa y cinco tesis Lutero rechaza cualquier blasfemia contra la Virgen y piensa que debe pedirse perdón por cualquier mal pensado o dicho en contra de ella". ("¿Era Lutero un devoto de María?", 1970).

En su Explicación del Magnificat en 1521, Lutero comienza y termina con una invocación a María. Por ello David F. Wright se siente interpelado, calificándolo de "sorprendente" ("Leyendo a Wright. Elegida por Dios: María en perspectiva evangélica", Armstrong, 1989, citado de Faith & Reason, 1994).

Hoy, en resumen, muchos evangélicos y protestantes redescubren la figura de María y no ven adecuado negar –como signo de identidad protestante- doctrinas sobre María que el mismo Lutero aceptaba. “María es la Madre de Jesús y Madre de todos nosotros”, decía Lutero en su sermón de Navidad de 1529.








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