El palacio (más bien palacete) de La Zarzuela es un edificio de estilo herreriano construido en el siglo XVII.
En el piso superior, exactamente bajo la bandera que preside queda la oficina donde está el despacho del Rey. Se trata de una sala pequeña, con dos ambientes separados por un par de alfombras: la zona de trabajo, con la mesa; y la de las visitas, con una mesa redonda y sillas de cuero, presidida desde los años 80 por el cuadro 'El atleta cósmico', de Salvador Dalí, que es uno de los cuadros preferidos del monarca. En este rincón donde cuelga la obra de Dalí despacha el monarca con las visitas.
"El atleta cósmico" es un óleo de dos por tres metros en el que destaca la figura de un lanzador de disco y en el que predominan los colores amatista, amarillo y verde aceituna.
Al discóbolo se le dota de unas dimensiones tan aterradoras (sublimes se diría en el siglo XIX) que le permiten coger el sol con una mano y, por otra parte, albergar dentro de su cuerpo un edificio con pasillo, arcos, galerías. Esa arquitectura en el interior tiene su eco en el exterior. Como fondo de ese paisaje, una arquitectura de infinitos arcos de medio punto se convierte en el telón elegido por el pintor. El paralelismo entre cuerpo y arquitectura es llevado al máximo cuando reutiliza la espalda del discóbolo como escalera por la que ascienden, en un confuso desorden, cientos de pequeños seres humanos.
El artista le explicó en su día al propio Rey que se había inspirado en El discóbolo de Mirón, que simboliza la fuerza y el equilibrio, pero al mismo tiempo las ventanas en el cuerpo del deportista aluden a la memoria, con lo cual el atleta podía resultar perfectamente una alegoría de la Corona.
La obra le fue encargada a Dalí por el Gobierno de Franco, a través del Comité Olímpico Español, para su exhibición en una exposición cultural organizada con motivo de los Juegos Olímpicos de México 68. El vicepresidente del COE, Anselmo López Fuertes fue jefe de la delegación española en México, y allí se entusiasmó con el cuadro. Al acabar los Juegos, el pintor reclamó al Gobierno de Franco una cantidad desorbitada por el óleo, pero no se le abonó por falta de fondos y finalmente llegó a un acuerdo económico con López Fuertes, que se quedó con la obra. Luego, cuando supo del interés del monarca se lo cedió en depósito, en la década de los ochenta. En 2004 falleció López Fuertes y sus herederos reclamaron el cuadro. El Gobierno negoció y pagó 2,88 millones de euros a la familia.
Así que el cuadro pertenece a Patrimonio Nacional; no es propiedad particular del Rey. Salvo las fotos familiares, todos los objetos del despacho están inventariados.
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