En el día de hoy se ha celebrado en la plaza Monumental de Barcelona la que se supone última corrida de toros en Cataluña, tras la prohibición de la Fiesta a manos de la Generalidad.
En la plaza de Barcelona, con una tarde espléndida, ha habido un lleno total, tal como se ve en la foto que acompaña, tomada desde el aire por Emilio Morenatti.
Han saltado a la arena seis toros de la ganadería salmantina de El Pilar; eran de buen trapío, abundante nobleza y fuerzas adecuadas. Excepto el cuarto, han sido buenos a la hora de colaborar con los toreros.
Los matadores vestían ternos con colores de fácil interpretación significativa. Juan Mora iba de verde esperanza y oro, porque espera que esta corrida no sea la última en Cataluña; yo también lo espero. José Tomás iba de negro y oro, porque considera que es la hora del luto por la muerte de la Fiesta en Cataluña; es un momento serio, pero tras la muerte puede haber resurrección. Serafín Marín iba de rojo y oro, luciendo los colores que forman tanto la bandera nacional española como la bandera regional catalana; los toros están ligados desde siempre a España y Cataluña.
Los espadas han sabido estar a la altura de la ocasión. El extremeño cosechó ovación y saludos; el madrileño, dos orejas y ovación y el catalán, ovación y dos orejas. Los tres alternantes han salido a hombros de los aficionados entre gritos de "libertad, libertad".
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Hace 11 años
2 comentarios:
Se fue Marín con las dos orejas al centro del ruedo a recibir la última ovación de la Monumental.
Echaban humo las palmas y Serafín dejó caer las dos orejas como quien se suelta de una cornisa para caer al vacío.
Lloró Marín deconsoladamente, como un niño, desde el centro del platillo de la que es su plaza, mi plaza.
Y a mi, al fin, se me deshizo el nudo que atenazaba mi cuerpo desde que sé que el fin es irremediable.
Se me deshizó el nudo y las lágrimas inundaron mis ojos y lloré desconsoladamente abrazado a los míos, a mis padres, con los que vine por primera vez a esta plaza, los que tantas veces sonrieron viéndome cuando era un niño torear con las almohadillas al final del festejo.
No tuve ganas para más, mi corazón y mi alma pedían la intimidad que necesitaba mi desconsolado lamento para fluir con la libertad que me han arrebatado. No hay fuerzas ni ánimo ni para la indignación ni para la reivindicación.
Hoy, como ayer, sólo hay un tristísimo y dramático lamento.
Estos socialistas y izquierdistas con sus tonterías de prohibir los toros , que los toros ha sido una cultura muy antigua de España y tradicional.
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