domingo, 21 de diciembre de 2008

Crisis y autonomías

La economía española va en caída libre. Por el momento, de cada dos puestos de trabajo que se destruyen en Europa uno estaba en España; la tasa de paro juvenil es aquí doble que la tasa comunitaria y triple que la de la OCDE. Roberto Centeno llama a Zapatero el mayor destructor de empleo del mundo desarrollado.

En el post de 31 de octubre hablaba de si en España teníamos o no crisis, cuando estábamos en puertas de la recesión; pues bien, en estos meses pasados de septiembre, octubre y noviembre, el PIB ha decrecido un 1,35 %. Si se mantiene esa caída durante un año llegaremos al -5%, tasa confirmable de momento con el actual consumo de gasóleo, que en noviembre ha caído en un 4% (la tasa de consumo de gasóleo ha sido siempre un punto superior a la de crecimiento del PIB); con ello se podría hablar no de recesión sino de depresión.

El profesor Centeno, en un artículo de El Mundo, propone dos condiciones para atajar la crisis-recesión. Una es terminar con la acumulación de liquidez, ya que esta acumulación está destruyendo gran parte de la oferta monetaria.

Ahora me fijaré en la otra condición, que simplemente es dar marcha atrás en la locura autonómica.

Frente a unos Presupuestos Generales del Estado (los de 2009) que asignan 19.500 millones de euros para el desmpleo cuando las necesidades estimadas ya son de 31.000, los presupuestos de las Comunidades Autónomas son tres veces más grandes que el neto del Estado.

Mientras el dinero escasea para jubilados y parados (a éstos se les retrasa hasta cinco meses la prestación mensual) y la Iglesia Católica, por encima de sus fuerzas, ayuda diariamente a 900.000 personas, las Comunidades Autónomas aumentan sus presupuestos pero básicamente para gastos no productivos. ¿Qué gastos? pues en más coches oficiales, hasta llegar al punto de que en España hay más coches oficiales que en Estados Unidos. No sólo son coches oficiales; son sueldos de sus funcionarios un 50% más altos que los sueldo de los funcionarios del Estado; son viajes oficiales a tutiplén sin justificación o sin necesidad; son encargos a los amigos de estudios ridículos; son embajadas anticonstitucionales por todo el mundo (incluyendo Nueva Gales del Sur); son cargos y carguitos propios de dictaduras, como los comisarios lingüísticos...

Frente a los 104.538 millones de euros para gasto del Gobierno Central, las Comunidades Autónomas disponen de 177.124 millones de euros, que representan el 59 % del gasto de las administraciones públicas; nunca se llegó a pensar que las cosas llegarían a esto. Cuando se debatía la Constitución surgió el debate entre Estado Federal, Estado Autonómico y Estado Unitario; los nacionalistas propugnaban la primera fórmula porque con ella pensaban disponer de más presupuesto. Ese 59 % es el doble de lo que correspondería en un Estado Federal.

Por si alguien piensa que ese porcentaje puede que no sea una cosa mala, digamos que el Gobierno Central, con su cantidad, tiene que afrontar la deuda pública, la aportación a la Unión Europea, clases pasivas y fondo de contingencia. ¿Qué le queda? pues 60.095 millones de euros, que es tres veces menos de lo que manejan las Comunidades Autónomas; así, la supervivencia económica de España es, a medio plazo, inviable.

No es sólo la desproporción presupuestaria. Es que el despilfarro autonómico va acompañado de la inexistencia de una política común, porque tenemos diecisiete reinos de taifas, con diecisite mercados independientes.

Las empresas españolas han crecido cuando el mercado se ha abierto. Hay dos ejemplos claros de esa realidad: la apertura del año 1959 y el ingreso en la Comunidad Europea. Con las autonomías se va en sentido contrario.

En estas circunstancias, ¿estamos en buenas condiciones para salir de la crisis? No es lo esperable y los datos macroeconómicos de España parecen confirmarlo. Estamos entrando en una recesión y lo que hay ahora que temer es la entrada en una depresión.

En el post antecitado referí la diferencia entre crisis y recesión. Ahora hay que diferenciar ésta de la depresión. Mientras la recesión puede colocar el desempleo excepcionalmente en el 20% y se puede superar en dos o tres años, la depresión puede poner el paro en el 30% y para salir de ella hacen falta diez años o más. Estemos preparados y pidamos que no nos llegue, pero hagamos algo.




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