miércoles, 5 de agosto de 2020

El terremoto de Lisboa


El sábado 1 de noviembre de 1755 amaneció soleado en Lisboa

Alrededor de las 9:35 de la mañana, los lisboetas empezaron a notar un traqueteo suave, como si por las calles pasaran carros pesados, que duró alrededor de un minuto y medio. Luego, un minuto más tarde, se produjo una sacudida violenta que ya provocó el pánico en toda la ciudad y duró unos dos minutos y medio. Finalmente, tras otra pausa de un minuto, se produjo la tercera sacudida, la más larga y violenta de todas.



En menos de diez minutos, la mayoría de las iglesias se desmoronaron sobre las cabezas de los fieles que acudían a misa, el 80 por ciento de las casas quedaron destruidas. Había incendios por todas partes. Alrededor de las 10:00 se inició un maremoto que arrasó el puerto, donde mucha gente se había refugiado huyendo de los cascotes. A las 11:00 empezaron las réplicas. Lisboa había quedado arrasada.

El terremoto procedía del océano Atlántico y se sintió físicamente en buena parte de Europa y en el norte de África. En España, lo hizo sobre todo en Cádiz.

Murieron alrededor de 50.000 personas. La destrucción de la capital, y de parte del Algarve, también tuvo unos efectos políticos y económicos devastadores; se calcula que este destruyó un 40 por ciento de la economía portuguesa.



El rey José I, que estaba fuera de la ciudad en el momento del desastre, desarrolló una claustrofobia súbita y sería incapaz de vivir bajo un techo sólido durante el resto de su vida; por miedo a nuevos desmoronamientos, hizo construir en las afueras de la ciudad un complejo de pabellones y tiendas donde se instalaría la corte hasta la muerte del rey. 

Su primer ministro, Sebastián de Melo, marqués de Pombal, también sobrevivió al seísmo y su hábil gestión de la catástrofe le permitió no solo reconstruir la ciudad con rapidez, sino orillar a los viejos aristócratas que se habían opuesto a sus reformas inspiradas por el racionalismo y la Ilustración.

La catástrofe de Lisboa también supuso un golpe para esa Ilustración, que era un movimiento intelectual esencialmente optimista. La revolución científica de Newton auguraba un futuro brillante, de control sobre la naturaleza y emancipación del ser humano. El terremoto de Lisboa se convirtió enseguida en un recordatorio de que eso era dudoso.



Jacques-Philippe Le Bas, un grabador francés, publicó una colección de planchas titulada “Las más bellas ruinas de Lisboa causadas por el terremoto y por el fuego del 1 de noviembre de 1755”. La colección contribuyó a convertir el terremoto de Lisboa en una de las noticias más comentadas de la época y anunciaban  el gusto romántico, que encontró en la ruina y lo decadente algo atractivo.




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