La revista «Nature», en marzo de 2016, ha publicado un estudio de investigadores del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva de Leipzig y del Centro Mixto de Evolución y Comportamiento Humanos, estos últimos dirigidos por Juan Luis Arsuaga. Han hecho historia al analizar el ADN del yacimiento de la Sima de los Huesos, en Atapuerca. Con 430.000 años de «edad», es el ADN más antiguo nunca secuenciado. Juan Luis Arsuaga, que además es director científico del Museo de la Evolución Humana (en Burgos), explicó: «Estamos ante una revolución, ante una proeza tecnológica. Gracias a una nueva técnica, se han podido leer largas secuencias de ADN cuatro veces más antiguas que las analizadas en cualquier otro estudio anterior. Hemos usado ADN en un estado de degradación ya límite, con el objetivo de establecer relaciones evolutivas».
Gracias al análisis del material genético de los núcleos de las células (el ADN nuclear), los investigadores han apuntalado la hipótesis de que el hombre de Atapuerca, representado por 28 individuos y 6.700 restos situados en la Sima de los Huesos, era un antepasado lejano de los neandertales, una idea que ya llevan defendiendo decenas de años a partir del análisis de la forma de dientes y huesos, pero que ahora recibe un espaldarazo, quizás definitivo. José María Bermúdez de Castro, otro de los investigadores del estudio dijo: «Todos los estudios morfológicos anteriores los relacionaban; por ejemplo, sus dientes son como gotas de agua, pero en este caso el ADN ha permitido aclarar el complejo árbol evolutivo de los neandertales».
La historia de estos seres sufrió un ajuste en 2014, cuando un estudio publicado en «Nature» analizó el genoma mitocondrial de algunos restos de la Sima de los Huesos. Este ADN se extrae de una parte de las células que se llaman mitocondrias y que solo se heredan de las madres, como si fueran una apellido. En aquella ocasión, este ADN mitocondrial de Atapuerca resultó ser más próximo al material genético del Hombre de Denisova, (un humano arcaico hallado en Asia), que al de los neandertales, lo que contradecía los estudios morfológicos. Pero, según explicó Arsuaga, «este estudio cierra el interrogante. El ADN nuclear confirma las semejanzas entre los restos de la Sima de los Huesos y el de neandertales. No sólo eso. Estos datos permiten calibrar el reloj molecular y situar la bifurcación entre neandertales y sapiens en alrededor de 700.000 años».
Algunos autores han sugerido durante mucho tiempo que los humanos arcaicos sufrieron una separación importante hace 400.000 años y que a partir de ella fue cuando pudo distinguirse entre el linaje de los sapiens y el de los neandertales, dos humanos de la misma especie que se reproducían entre sí pero que tenían rasgos diferenciales. Sin embargo, con el estudio presentado ahora en «Nature» gana fuerza la hipótesis de que esta separación ocurrió mucho antes. Juan Luis Arsuaga añadió: «De acuerdo con esto, los restos de la Gran Dolina de Atapuerca, pertenecientes al Homo antecessor, serían el último antepasado común entre neandertales y sapiens». Esto implicaría que otros humanos, como el Homo ergaster, ya pertenecerían a ese linaje tan complejo y diverso de los neandertales, y que no serían ese antecesor común.
Con suerte, los análisis de ADN permitirán estudiar más restos de ese santuario que es la Sima de los Huesos y seguir analizando material genético tan antiguo. Gracias a este y otros estudios, se podrá estar más cerca de la película de la historia de la especie humana, y averiguar, por ejemplo, por qué el gran linaje de los neandertales desapareció hace «tan solo» 40.000 años.
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