He sido invitado a presenta a José Antonio Barroso en la Gala de los Premios de la Temporada 2013 organizada por la Tertulia Taurina "El Albero de Conil". Mis palabras han sido las siguientes:
Es una satisfacción subir a presentar al hombre que ha sido premiado por ser buen picador y que además es de Jerez de la Frontera, de donde yo vengo y en donde coincidí con él en el colegio. Primero por ser buen picador, ya que tengo en alto concepto el papel del picador en el desarrollo de la corrida. Podríamos hablar mucho sobre la importancia del tercio de varas pero no es el momento de hacerlo. Segundo por ser de Jerez, en donde ha habido desde siempre buenos picadores, que forman ya una larga lista de nombres. Esa lista empieza con dos nombres que recordaremos especialmente: José Fernández y Juan Martín.
José Fernández fue un famoso y cotizado varilarguero jerezano nacido a principios del siglo XVIII y es el más antiguo de los que se sabe que nacieron en Jerez; fue maestro del célebre José Daza, que le dedicó elogios en su tratado taurino. Juan Martín es de la misma edad de José Fernández y llegó a actuar en Aranjuez ante el rey Felipe V, el cual quedó tan contento de su actuación que le señaló una pensión vitalicia de 200 ducados anuales.
Vemos que buenos picadores los ha habido desde el principio del moderno toreo a pie. Si el protagonismo pasó al matador es porque la fiesta tenía que evolucionar al ritmo de la sociedad. Las cosas necesitan evolucionar para mantenerse vivas. El tercio de varas se adaptó precisamente apoyado en buenos picadores. Nombres como La Pajuelera o Fernando del Toro merecieron el reconocimiento artístico del pintor Francisco de Goya.
Picadores jerezanos más próximos, en el siglo XX, fueron por ejemplo Juan Pérez Vidal, José Pérez “Ruío”, Juan de los Santos, Manuel Lera “El Cartujano”, José Jaén “Mediaplata”, Eduardo Blanco “Riñones”, Cristóbal Justo “Artillero”, Francisco Vega “El Arriero”, Romualdo Almodóvar, Antonio Acosa “Pucherete”, Miguel Atienza, Cristóbal Morales, Mateo Navarro, Juan y Pepe Gil, Félix Román, Manuel Cid, Agustín Ladrón de Guevara, Paco y Alfonso Barroso Benítez.
Alfonso Barroso, nacido en 1935, marchó con cuatro años, junto a sus padres y sus hermanos, siguiendo al patriarca en su trabajo con Juan Belmonte y así pasó veinte años en el campo, entre toros y caballos. Luego, comenzó a picar a las órdenes de Antonio Bienvenida. Después hizo once temporadas con Antonio Ordóñez y diecinueve con José Mari Manzanares padre, además de con Diego Puerta y Dámaso González. En total intervino en 2.728 corridas.
Él piensa que las principales cualidades que debe tener un buen picador son dos: una, conocer el caballo y saber montarlo, y otra, tener valor. Piensa que el picador debe picar no como le diga el matador sino como él lo sienta. No le gusta que un picador profundice con el palo varias veces; antes que barrenar hay que levantar el palo. Por último piensa que cada toro requiere una manera de picar distinta.
Tomo un préstamo del maestro Luis Parra Jerezano, que refiere un comentario repetido de Antonio Ordóñez, de cuando llevaba consigo a Alfonso Barroso. La mayoría de las veces que picaba, el de Ronda solía decir: “Hay que ver con qué arte pica este hombre”.
¿Por qué me detengo en este perfilado de Alfonso Barroso? Pues porque el premiado que estoy presentando es su hijo y el hijo considera al padre su modelo y su espejo. De manera que definiendo al uno estoy definiendo al otro.
José Antonio Barroso Vázquez, nacido el 20 de Diciembre de 1975, es uno de los ocho hijos que tienen Alfonso y su mujer Loli. Además, su abuelo Paco fue desbravador de caballos y su bisabuelo fue preparador de caballos de carrera.
Comenzó como picador en 1995 con Dávila Miura. Luego acompañó a Rafaelillo y actuó en varios mano a mano de José Mari Manzanares padre. También formó parte de las cuadrillas de Enrique Ponce y de Finito de Córdoba. A partir de 1998 estuvo con Miguel Abellán, con Manzanares padre y con Uceda Leal. Desde el 2002 hasta hoy pertenece a la cuadrilla de José María Manzanares hijo.
En el año 1998 ganó su primer trofeo, en una corrida concurso de Belméz. En 2004 triunfó en El Puerto. En 2006 la revista “6Toros6” lo reconoció como mejor picador del año. En San Sebastián de los Reyes fue “Mejor picador” en 2007 y repitió reconocimiento en 2010. En el 2009 recibió el premio Hotel Jerez a la mejor suerte de picar en la Feria del Caballo. En 2012 recibió en Alicante el premio al mejor puyazo y con sus compañeros recibió el trofeo como mejor cuadrilla en Córdoba, en Diario ABC y en Sevilla, tanto en el Colegio de Enfermería como en los Premios Antique de Oro.
Con sus antecedentes caballísticos, podemos suponer que es un verdadero torero a caballo. Jerónimo Roldán suele decir que José Antonio es tan buen jinete que cuando un toro derriba a su caballo siempre cae de pie.
El 4 de agosto de 2013, en El Puerto salió un sexto toro muy exigente, bravo con una punta molesta de genio. Los peones de Manzanares, como siempre, dieron una lección bregando y banderilleando, pero antes allí estuvo José Antonio con dos puyazos sensacionales, cogiendo al toro desde lejos, en lo alto y en buen sitio, sin rectificar, sin barrenar y aguantando. Necesitó mover el caballo y lo movió con fortuna; lo movió incluso para dejarle siempre al toro salida, rehuyendo cualquier tentación ventajista ante un toro nada fácil.
Al terminar arrancó una ovación cerrada, con el público puesto en pie. La ovación duró mientras el piquero, después de despedirse destocado de la presidencia, marchaba de vuelta junto a las tablas. Si alguien no se había puesto en pie, a su paso se levantaba. Yo sentí la emoción en el cuerpo y me parecía extraño que me la provocara así la actuación de un picador. La ovación seguía. José Antonio atravesó la puerta de la barrera y entró en el pasillo que va al patio de cuadrillas y la ovación seguía. Puedo decir en este momento, sin riesgo de equivocarme, que fue la ovación más grande de todas las que se oyeron el pasado verano en la Plaza Real, incluyendo las dedicadas a cualquier matador.
Aquella actuación le ha valido recibir varios premios, como el de la Tertulia Taurina Monasterio y el de la Peña José Luis Galloso. Ahora la Peña “El Albero” de Conil, a través de un jurado independiente, confirma este reconocimiento verdaderamente merecido por una actuación de un torero a caballo, que está en su plenitud y que promete una carrera tan fructífera como para merecer ponerse a la altura de los grandes picadores de Jerez, empezando por los dieciochescos José Fernández y Juan Martín y terminando por su padre, que, aunque su modelo, esperemos que lo supere.
Marciano Breña Galán, Conil, 22 de febrero de 2014.
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