Se cumplen hoy cuatrocientos años. Fue en Logroño. El más célebre proceso de la Inquisición de Logroño contra las prácticas de brujería tuvo lugar el siete y el ocho de noviembre de 1610 y llevó a la hoguera a cuatro mujeres y dos hombres y condenó a penas menores a decenas de habitantes del valle navarro del Baztán, en especial de Zugarramurdi y Urdax. Las quemas de brujas anteriores habían tenido lugar en 1526 y en 1538.
¿Por qué cundió el pánico de las brujas por la región en los comienzos del siglo XVII? Antes del inicio de las persecuciones la supuesta secta de brujos era totalmente desconocida en la parte española de los Pirineos.
En 1609 el juez francés Pierre de Lancre hizo quemar a cien brujos del País Vasco-francés. Hasta entonces el furor de la brujomanía no se extendió por España, en principio por cuatro o cinco pueblecitos de la frontera. En el resto de la jurisdicción de Logroño reinó la tranquilidad hasta el año 1610, cuando el impacto del auto de fe suscitó la expansión, por toda el área, de la brujomanía mediante lo que hoy llamarían los psicólogos "sueños estereotipados".
El Proceso de Logroño, con más de siete mil personas implicadas y dos mil procesados, es uno de los pocos en los que hubo posiciones encontradas entre los miembros inquisidores del Tribunal: Alonso Becerra y Juan del Valle contra Alonso de Salazar.
Salieron cincuenta y tres sentenciados: cinco estatuas de difuntos; seis con sambenitos y corozas de relajados; veintiuno con sambenitos con aspas de reconciliados y veintiuno con insignias de penitentes. Se llamaba relajados a los condenados a muerte; reconciliados, a los condenados a castigos severos y penitenciados, a los condenados a otras penas (incluida la de galeras).
Los once relajados fueron condenados, por brujos, a morir en la hoguera, (cinco en efigie por estar ya muertos), todos ellos con asesinatos a su cargo según el tribunal.
Dieciocho de los reconciliados lo fueron también por delitos de brujería; los otros tres reconciliados fueron por practicar en secreto otra religión diferente a la católica (un judío, un mahometano y un luterano). Su pena, en general, fue sambenito y cárcel de por vida.
Los veintiuno restantes, los penitenciados, fueron condenados por otras causas (prácticas judaizantes, proposiciones heréticas, blasfemia o suplantar ministros del Santo Oficio). En general llevaron penas de destierro, pecuniarias y en algunos casos galeras.
Recordemos algunas palabras de la intervención del inquisidor Salazar: "¿Hemos de creer que en tal o cual ocasión determinada hubo brujería, solamente porque los brujos así lo dicen? No, naturalmente, no debemos creer a los brujos, y los inquisidores creo que no deberán juzgar a nadie a menos que los crímenes puedan ser documentados con pruebas concretas y objetivas, lo suficientemente evidentes como para convencer a los que las oyen". Gracias a su intervención ésta sería la última vez que la Inquisición española condenaría a muerte a alguien por estos supuestos crímenes.
El proceso inquisitorial de Logroño provocó un giro decisivo en la persecución de brujas, gracias al análisis que Salazar realizó de sus causas y mecanismos. Sus contrincantes lo llamaban "defensor de las brujas". A través de sus interrogatorios, por primera vez en la Historia los acusados toman libremente la palabra y sin forzamiento, sin tortura, cuentan los detalles.
En el conocido como "Edicto de silencio", la Inquisición reconocería los errores cometidos a lo largo del proceso para concluir que la realidad era que sólo aparecían brujas y embrujados cuando se hablaba sobre ellos.
Tras Salazar se llega a la Constitución "Omnipotentis" del papa Gregorio XV, publicada en 1623, en la cual se suavizan los procesos contra la brujería.
Mientras que en las actas procesales de otros juicios celebrados en Francia, Alemania o Dinamarca muchos detalles eran minuciosamente omitidos y los jueces franceses, alemanes o daneses seguían nutriendo el fuego de sus hogueras con interminables filas de inocentes (hasta entrado el siglo XIX), las brujas españolas ya eran sentenciadas a penas leves.
En Estados Unidos también hubo quema de brujas y hasta en el siglo XX se desató una última campaña de "caza de brujas", en la que los elementos diferentes de los que vivimos aquí no eran significativos.
A fines del XVIII apareció un autor, el italiano Beccaria, que sería considerado como el iniciador del Derecho Penal moderno; bien, pues la figura de Salazar, dos siglos antes, puede ser considerada como un adelantado. Si no fuera español ya se habrían preocupado por otorgarle las consideraciones que se le han otorgado a don César.
Sin embargo, para terminar podemos hacer una pregunta: ¿de verdad no tenemos ya en España caza y quema de brujas?
P.D.: el lector puede picar en el siguiente enlace
abrevaderos.blogspot.com
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Transgresiones y regresiones marinas en el Geoparque
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Se produce una transgresión marina cuando el nivel del mar sube lentamente e
inunda un continente, desplazándose la línea de costa tierra adentro, hasta
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Hace 11 años
2 comentarios:
Alguna vez me comentaste que, en tu opinión, la existencia de la Inquisición Española fue un adelanto judicial a su tiempo, ya que, a través de esta institución, la persecución popular denominada "caza de brujas" fue reconducida por el Estado de modo que hubo algún tipo de reglas formales en su ejecución, al contrario de lo que sucedía (y siguió sucediendo durante varios siglos) en todos los demás países europeos, donde las hordas populares linchaban a las "brujas" sin ningún tipo de enjuiciamiento previo (¡y, por supuesto, sin miramientos!).
Por lo tanto, en contra de la versión llena de desprecio que promueve la leyenda negra española distribuida por el mundo (principalmente por el Reino Unido), la Inquisición Española pudo ser ejemplo de los intentos por desarrollar un código del enjuiciamiento que tuviese en cuenta la igualdad de los ciudadanos ante la ley (continuando la labor iniciada por Francisco de Vitoria y Bartolomé de las Casas con respecto a los nativos americanos).
Bien dices que los juicios no deben ser anacrónicos. Sin embargo, hoy día se hacen juicios anacrónicos con demasiada frecuencia y el narcisismo de la sociedad moderna hace olvidar a sus engreídos miembros que somos enanos a hombros de gigantes.
Love and Freedom.
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