miércoles, 25 de agosto de 2010

Enterramiento paleolítico ritual en El Mirón

La cueva de El Mirón, situada en el municipio de Ramales de la Victoria (Cantabria), estuvo habitada por el hombre desde hace 42.000 años hasta hace 4.000 y en desde 1996 está siendo excavada por un equipo internacional dirigido por González Morales y el norteamericano Lawrence Strauss. Está considerada uno de los yacimientos del Paleolítico Superior más importantes de la cornisa cantábrica. En 2004 se halló un omóplato grabado con la cabeza de una cierva, de unos 15.500 años de antigüedad.



Este verano, hacían una excavación para confirmar la datación de unos grabados paleolíticos (que se encuentran tanto en la pared como en un bloque de roca) cuando han encontrado un enterramiento secundario de un individuo joven, probablemente una mujer, bajo el bloque de piedra.



Son diversos huesos desordenados, una mandíbula completa, una tibia con mordeduras de animal, varias vértebras y costillas, falanges, parte del cráneo... Están recubiertos con ocre y depositados contra una pared, cubiertos con la piedra y rodeados de pequeñas hogueras.

Por las distintas manifestaciones culturales que rodean al cadáver, se presupone que se trata de un enterramiento del Magdaleniense, que fue el periodo comprendido entre hace 15.000 años y hace 8.000. Además, la práctica de teñir los huesos de los difuntos con ocre se ha descrito en varios yacimientos magdalenienses.



Puede ser el primer enterramiento ritual del período Magdaleniense del que se tiene conocimiento en España, con una apariencia similar a los encontrados en el Reino Unido (la "Dama Roja de Pavillan") y Francia (Saint Germain La Riviere y Duruthy, entre otros).

El análisis de los huesos también ofrecerá información sobre las características físicas, sobre la alimentación y las patologías de los humanos que habitaron Cantabria en la época.



Están a la espera de completar la datación con Carbono 14 dentro de mes y medio. Aunque será difícil probar que los grabados están relacionados con el ritual del enterramiento, sí se podrá poner fecha a las pequeñas hogueras que lo rodean.

La cueva de El Mirón podría proporcionar más detalles sobre este tipo de prácticas funerarias, ya que el yacimiento se encuentra casi intacto, a diferencia de otros similares en Europa que fueron descubiertos a principios del siglo XX y excavados con técnicas mucho menos selectivas que las empleadas en la actualidad.







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martes, 24 de agosto de 2010

¡¡Reto a Mosterín!!

Reproduzco la carta que mi admirado Santi Ortiz ha dirigido a Jesús Mosterín y estos días de agosto ha hecho pública en diversos medios especializados, con eco en la prensa generalista.


Santi Ortiz

Haciéndome eco del malestar producido entre los amantes de la fiesta de los toros por las continuadas mentiras y falacias que sobre ella viene vertiendo el profesor de Investigación del Instituto de Filosofía del CSIC, Jesús Mosterín, me veo en la obligación de salir al paso de tan descarada campaña de difamación para frenar lo que considero una tergiversación inadmisible de la realidad.

Como ejemplo, tomaré algunas de las frases que el profesor Mosterín se permite escribir en su artículo ‘Farsa y mitos de la Tauromaquia’, publicado en el nº 214 (julio-agosto 2010), de la revista literaria ‘LEER’, en cuyo texto –salpicado de errores históricos garrafales–, el Sr. Mosterín afirma que:

1º) “El primer mito es el de la presunta agresividad del toro. El toro español no sería un bovino de verdad, sino una especie de fiera agresiva, un “toro bravo”. Como rumiante que es, el toro es un especialista en la huida, un herbívoro pacífico que sólo desea escapar de la plaza y volver a pastar y rumiar en paz”.

2º) “Al salir al ruedo, el toro, siguiendo su tendencia natural, se quedaría quieto o se quedaría de cara a la puerta cerrada”, si no fuera, continúa, porque, para evitarlo, antes “se le clava la divisa”.

3º) “El segundo gran mito es que el torero corre un gran riesgo toreando a un animal de tamaño mucho mayor que él. De hecho el riesgo del torero es mínimo. Toda la corrida es un simulacro de combate, no un combate.”

4º) “El torero se acerca para que el toro no lo vea, no para mostrar valor, y el mayor riesgo que corre es el de ser herido por las banderillas.”

5º) “Cuando el torero se arrodilla ante el toro en una pose de teatral coraje, en realidad no corre ningún peligro, pues el toro lo interpreta como un gesto de sumisión que le impide atacarlo.”

Ante tales consideraciones, yo, Santiago Ortiz, mayor de edad y en pleno uso de mis facultades mentales, RETO públicamente a Jesús Mosterín para que, en virtud del racionalismo y espíritu científico de esa Ilustración que él tanto invoca y a la que me sumo, demuestre en la práctica las aseveraciones que se permite formular acerca de la no agresividad del toro de lidia y de la inexistencia de riesgo para el hombre que se le ponga delante de no mediar esa “panoplia de torturas a las que se somete” al animal.

Para lo cual propongo:

1º) Que el señor Mosterín, acompañado de personal de su confianza, se traslade conmigo, y ante los medios de comunicación que deseen estar presentes, a una ganadería brava de cuyo propietario se haya obtenido el correspondiente permiso (de lo cual yo me encargo).

2º) Que, una vez en ella, los vaqueros de la finca encierren un toro en un corral abierto y lindante con la placita de tientas. Toro que será custodiado por el personal del señor Mosterín para garantizar que nadie le moleste o incurra en cualquier tipo de “torturas” para irritarlo.

3º) Que transcurrido un tiempo razonable, con el beneplácito del profesor Mosterín se le abra al toro la puerta de la plaza, dirigiéndole a ella y se le encierre dentro.

4º) Que en la plaza no se someta al toro a castigo alguno. No habrá, pues, divisa, varas ni tampoco banderillas, éstas sobre todo para no poner en peligro la integridad física del señor Mosterín.

5º) Que el señor Mosterín se comprometerá a esperarlo en el ruedo; cosa que se supone llevará a cabo sin el menor riesgo, ya que, si como él mantiene “dos no pelean si uno no quiere”, menos pelearán en este caso, pues serían ambos –el pacífico bovino (según Mosterín) y el propio filósofo– los que no desearían la pelea.

6º) Si por cualquier casualidad, se observara cierta irritación en el toro, tampoco deberá ser esto motivo de alarma, pues, poniéndose el señor Mosterín de rodillas, el animal aceptaría el gesto como de sumisión y acatamiento y renunciaría a embestirle, como el profesor afirma.

Eso es todo.

Aceptando este reto, el profesor Mosterín tendría una oportunidad única para demostrar experimentalmente la veracidad de sus afirmaciones, cosa que de cumplirse no sólo me obligaría a reconocer públicamente mi error y a expresarle del mismo modo mis disculpas, sino que otorgaría a la causa antitaurina una fuerza y credibilidad extraordinarias. En caso contrario, el señor Mosterín estaría obligado a desdecirse públicamente de sus afirmaciones y reconocer que éstas no se atienen a la verdad.

Ahora bien, si el señor Mosterín rehusara recoger este guante, no sólo ratificaría mis sospechas de que es un simple embaucador, sino que quedaría por embustero (también por cobarde) ante todas las personas de buena voluntad que han venido creyendo en sus palabras.

Sr. Mosterín, el reto está lanzado. Ahora le toca a usted mover ficha.

P.D.: Este texto ha sido enviado, con el ruego de su publicación (o difusión), no sólo a la revista 6TOROS6 donde colaboro, sino a la revista APLAUSOS, a los principales diarios y televisiones nacionales, así como a las agencias de noticias, a los portales Burladero.com y Mundotoro.com y a diversas páginas web taurinas y antitaurinas, incluida la del profesor Mosterín.

· Santi Ortíz es Licenciado en Ciencias Físicas, en la especialidad de Física Teórica, por la Universidad de Sevilla. Actualmente es profesor de Física y Química en el Instituto de Enseñanza Secundaria, Cristóbal Colón, de Sanlúcar de Barrameda y además de escritor y cronista taurino es matador de toros retirado.














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