En Jerez de la Frontera, si vamos caminando por la calle Larga, al llegar a la conexión de ésta con la calle Lancería veremos un reloj de hierro que tiene una imagen publicitaria curiosa. Se trata de un reloj instalado por la empresa bodeguera Pedro Domecq en el año 30 del pasado siglo XX.
El reloj
Se sitúa el reloj junto a lo que entonces era la carretera Sevilla-Cádiz, que pasaba por la calle Larga, y por eso contiene dos indicadores de sentido del tráfico con flechas; concretamente, el indicador para Cádiz se lee desde el lado de calle Larga y el de Sevilla, desde el otro lado, correspondiente a la calle Santa María.
El 22 de diciembre de 2024 ha sido restaurado por el artesano relojero José María Galisteo Acedo, con el patrocinio de Bodegas Cayetano del Pino, que presido Fulgencio Meseguer Galán. La presentación del renovado reloj estuvo presidida por la alcaldesa María José García-Pelayo.
El reloj fue fundido por el sevillano Domingo de la Prida (calle Resolana, 44) y responde a los gustos de la moda conocida como de la "arquitectura del hierro". Está junto al edificio del Gallo Azul, que fue construido (y terminado en 1928) para la casa Domecq por el arquitecto Aníbal González. Se trata del que fue director de la Expo sevillana del 29 y autor de la Plaza de España. Había trabajado anteriormente en otras obras de la bodega y probablemente lo levantó a la par que proyectaba en la misma ciudad la estación de tren. La peana del reloj está realizada a base del mismo tipo de ladrillo y del mismo estilo historicista que el edificio. Reloj y edificio celebran el bicentenario de la empresa bodeguera, la cual se fundó en 1730.
Imagen publicitaria
En cuanto a la imagen publicitaria, situada en la base metálica de la columna, se trata de un león en altorrelieve dando lengüetazos al contenido derramado de una botella rota. El relieve, fundido por Hermanos Godina de Madrid, está firmado por Rivelot en el año 34; por tanto, se debió instalar en el reloj tiempo después de haberse levantado éste. Está representado de manera doble, de manera que un relieve da a una calle de las citadas arriba y otro relieve, a la otra; llevan debajo un escudo entre orlas, uno un león rampante y el otro un castillo.
Las otras dos caras de la base metálica están ocupadas por el escudo de la casa Domecq, llevando debajo la expresión “Pedro Domecq. Jerez – Coñac”.
Aclaremos que en la época del monumento se decía sin recato “coñac” ya que la expresión “brandy” hizo fortuna después.
Respetando el estilo historicista del conjunto (Gallo Azul y reloj), en los lados de la peana hecha en ladrillo figuran en relieve los cuatro emblemas de los reinos que forman el escudo de España:
una figura de un león rampante representa al reino de León; una figura de un castillo, al reino de Castilla; unas cadenas, al de Navarra) y unas barras, al de Aragón.
Goya
Volviendo a la imagen publicitaria, el motivo leonino está inspirado en una fuente de categoría, nada menos que un cuadro del gran pintor Francisco de Goya. Se trata del cuadro que recoge a las santas Justa y Rufina y se conserva en la Sacristía de los Cálices de la Catedral de Sevilla. El león goyesco figura a los pies de una de las dos santas lamiendo la sangre de las heridas producidas por el martirio. Aparece en el suelo también el brazo roto de una estatua que representaría probablemente alguna deidad pagana a las que las vírgenes sevillanas se negaban a adorar, aunque hay historiadores que se inclinan por pensar que se trataba de un betilo, cuyo aspecto sería diferente de la estatua representada.
Otros piensan que las santas, alfareras de profesión, estarían vendiendo sus cacharros y realmente éstos sufrirían la ira de los paganos y resultarían destrozados, ellos y no la imagen de la deidad o el betilo. Es posible que Goya, con la estatua rota, quisiera representar la derrota de aquel culto. Ese león, además, posiblemente lo ideó el genial sordo como trasunto de los leones que en el Coliseo de Roma daban buena cuenta de los cristianos, pero aquí trasmutado en dócil animalito que sana las heridas de las mártires sevillanas, que ven así reconocido su triunfo precisamente por el animal que antes fue verdugo de sus hermanos en Roma.
Publicidad de Domecq
En la publicidad de Domecq la sangre ha sido sustituida por el líquido alcohólico y el brazo marmóreo, por la botella. La marca del producto bodeguero no está explicita en el monumento y podía ser tanto de vino como de brandy. Fue un motivo publicitario usado con repetición en aquellos años y ya en la década de los veinte se había prodigado en las etiquetas de las botellas con dibujo de Nicolás Soro, profesor que fue de la Escuela de Artes y Oficios (hoy Artes Aplicadas). Se conservan etiquetas de este motivo creadas para el brandy Tres Cepas, así como para el oloroso Lebrero y también para el fino La Ina.
Esta imagen luego se sustituyó por la que Ruano Llopis ideó del maletilla que salta una valla en el campo huyendo de un toro.
Este segundo motivo publicitario surgió después de que la familia Domecq comprara en 1932 la prestigiosa ganadería brava de Veragua, básicamente como parte de su estrategia comercial, más que por afición del propietario, una vez que se había comprobado que el consumo de los productos bodegueros iba ligado a la afición taurina. El hierro ganadero de Veragua acompañó en un primer momento a este nuevo anuncio y luego fue sustituido por el escudo de Domecq. Más adelante la bodega salió del ámbito de la propia familia Domecq y fue de mano en mano hasta perderse la denominación tradicional de la empresa; son otros tiempos.
En el Gallo Azul
La utilización del motivo publicitario del león cayó en desuso y no queda recuerdo, creemos, por ningún otro lugar de España, pero en el inmediato edificio del Gallo Azul sí se conserva uno, en la parte de arriba, incluido en una concha que remata la fachada. El otro anuncio con este dibujo que pervivió en Jerez hasta hace poco fue el situado a la vera de la cuesta de la Chaparra pero ya ha desaparecido.
El hecho de que el edificio soporte un relieve con el motivo del león, coincidente con el del reloj, permite pensar que la idea gráfica también pudo estar relacionada con el numen del arquitecto, que por otro lado debía ser, como buen sevillano, conocedor del cuadro goyesco.
Quiero pensar que ni Soro ni González o Rivelot, por la copia de la idea, ni Domecq, por el uso reiterado del motivo publicitario, tuvieron que pagar una peseta por copyright ni por nada parecido al canon digital. Ay, si entonces hubiera existido la SGAE...
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