Anoche estuve en la Tertulia Taurina "El Rabo" de El Puerto de Santa María. Habían organizado una charla con Francisco Cano, Canito, el decano de los fotógrafos taurinos. Me hacía iusión ir, porque, a sus noventa y cinco años, es el fotógrafo taurino por excelencia; es la historia viva de la fotografía taurina en particular y, dadas su edad y su afición (pues fue novillero antes que fotógrafo), es a fecha de hoy la historia viva de la afición al mundo de los toros en general. ¿Quién no ha visto nunca alguna foto de toros con la firma de Cano? Él fue el único fotógrafo que consiguió testimonio gráfico de la muerte de Manolete, por ejemplo, y de otros muchos protagonistas o eventos su cámara es lo único que ha transmitido noticia. Una institución, ya digo.
Aunque nació en Alicante, después de haber recorrido todo el mundo, reside en Valencia y de allí vino a El Puerto expresamente para ofrecer esta charla a los amigos de "El Rabo".
La presentación corrió a cargo de J. R., veterano periodista taurino de Jerez, que hizo una semblanza del presentado en la que adelantó muchas cosas que luego Canito ratificó.
Lo primero que me llamó la atención fue la magnífica forma física y mental que es increíble que presente así una persona nacida en 1912. Andaba magníficamente trajeado y le acompañaba su mujer, una joven con, creo, unos treinta años menos que él.
Nos contó una multitud de recuerdos y anécdotas de toda su vida. Se paró mucho en describir algunos personajes famosos con los que convivió, desde toreros a escritores y desde políticos a artistas. Presumió mucho de su amistad con Franco y con la actriz Ava Gadner; de ésta dijo que era después de la Virgen la mujer más bella.
De quien no habló en un principio fue de Manolete pero cuando se dio paso al coloquio con los asistentes alguien (M.S., a quien luego retraté con el fotógrafo) le pidió rápidamente que hablara algo dado que había sido muy amigo de Manolete y que en Linares, cuando la cogida mortal, él era el único fotógrafo taurino presente. Contestó con amabilidad aunque con esfuerzo; reconoció que le costaba trabajo hablar de la muerte de un amigo y efectivamente tuvo que pararse en tres ocasiones y tomar un sorbo de agua porque la emoción le podía.
Hubo varias intervenciones más, señal de que interesaba mucho lo que contaba; él a todos contestaba con amabilidad.
Trajo de Valencia unas veintitantas fotografías originales que fueron colocadas como fondo de escenario, conformando una improvisada exposición sobre un amplio tramo de la historia del toreo vivido en primera persona por esta figura del periodismo taurino. Yo recogí en mi cámara las tres imágenes que más me llamaron la atención.
La primera fue naturalmente una referida a la cogida mortal de Manolete, en la que se refleja toda la tragedia y el dolor de un momento muy triste de la Fiesta. Él estaba allí, el 28 de agosto de 1947; puede ser su foto más emblemática. Sin embargo, nos lo expresó con humildad: "fui a Linares por culpa de Luis Miguel Dominguín. Me debía un dinero por un trabajo y me dijo: 'ven conmigo y allí te pago'. Si llego a decir que no hoy no habría foto de la muerte de Manolete".
Otra foto curiosa o que al menos a mi me gustó mucho ver es la que recoge al filósofo Ortega y Gasset (muy trajeado) toreando una becerra al alimón con el torero Domingo Ortega, en la finca de éste, Navalcaide.
Para que luego digan que toreo y cultura no van unidos.
Por último había una, curiosísima, que no conocía y es la que muestra al genial torero Juan Belmonte en una actitud comprometida. Lo contó durante la charla.
Estaban en el pueblo madrileño de Escorial de Abajo con motivo de un festival con Armillita, Mario Cabré y Antonio Bienvenida, y Belmonte iba a rejonear; le entran ganas de orinar pero no hay dónde. El Pasmo le pide al fotógrafo y al mayoral que le cubran las espaldas. Canito aprovecha para captar una instantánea de momento tan insólito, cuando el observado se vuelve y ve la cámara en acción. Monta en cólera y nuestro amigo le para y le dice: "tranquilo, maestro, no pasa nada, que hasta meando usted tiene arte"; ahí se acabó el malhumor.
En fin, que Canito tiene fotos de todo el mundo y con todo el mundo. Y yo, de él y con él.
Antes de marcharme, saludé a J.R. y me invitó a acompañarle en la retransmisión radiofónica de las dos corridas en la próxima feria de Sanlúcar. Le di las gracias mientras pensaba que él es otra historia viva del periodismo taurino; puede dar también otra versión en primera persona de un buen tramo temporal de la fiesta de los toros.
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