lunes, 4 de diciembre de 2006

El Tesoro de Aliseda (1)

He estado hace poco en Aliseda (Cáceres) y he tenido oportunidad de contemplar la reproducción de gran parte del Tesoro que allí se halló en 1920 y que se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. La reproducción es reciente y se ha hecho a escala 1,5/1, para que se distinga bien del original; además, por el alivio para la vista, se agradece en algunas piezas.

Pensando un poco, me he sorprendido de que en pocos sitios hubiera visto una referencia algo detallada de esta magnífica muestra de la joyería del siglo VII aC.

En honor a los merecimientos que tiene este conjunto artístico me he decidido a mostrar una exposición sucinta de sus piezas, pero, como no me sobra tiempo y ellas lo requieren, voy a hacerlo en algunas entregas, tal como me vaya sintiendo de fuerzas y sin orden prefijado. Puede ser que al final haga una recopilación y cuelgue la exposición completa en un artículo global.

El Tesoro de Aliseda está compuesto por trescientas piezas de adorno en oro y diversos objetos suntuarios de plata, vidrio y bronce. No todas las piezas agrupadas en el tesoro son de la misma época, aunque pudieran proceder incluso de una misma tumba o receptáculo.

Empiezo por el jarrito piriforme de vidrio, que en la foto está a escala 1/1. Se le adjudicó, en una primera catalogación, el número 24 entre todos los objetos del Tesoro.

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Mélida lo describe como "fragmento (compuesto de dos pedazos pegados) de un vaso de vidrio verde, de paredes gruesas, con una inscripción en caracteres jeroglíficos egipcios trazada en torno del arranque del cuello y en éste dos sellos lo mismo, por desgracia, incompletos.

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Mide 0,093". El grosor del vidrio es de un centímetro y el diámetro del arranque del cuello, 4,5 cm.

Está tallado en cristal natural. Su boca tiene forma trilobulada. El arranque de asa está hendido por un surco. Un aro en relieve separa el cuello del cuerpo. La tipología es de procedencía fenicia y se repite, a lo largo del Mediterráneo, en piezas de plata, de bronce y de cerámica.

Los signos jeroglíficos están bien grabados.

Si seguimos a Mélida (que, por lo demás, es uno de los primeros impulsores de la egiptología en España), la primera cartela o sello se ve coronada por las dos plumas de avestruz. La inscripción que hay completa tiene una palabra de sentido místico, no interpretable, porque el segundo signo acaso está mal hecho (si fuera cerrado tendríamos la sílaba "am").

En la segunda cartela, la inscripción aparece incompleta por rotura, y por tanto faltan signos; se ven las piernas de lo que sería una figura sentada.

La inscripción del cuerpo del vaso, trazada de izquierda a derecha, se ve en una mitad y resulta confusa, faltando elementos necesarios. De los veintinueve signos que hay, veinte son alfabéticos y nueve, silábicos, sin que aprecie algún determinante. La lectura no tiene sentido aunque se adivina un texto religioso, que por dos veces habla de consagración agradable al dios.

El artífice escribió en lengua y escritura que no eran suyas. De ahí deduce Mélida que la factura es fenicia.

García y Bellido lo incluye, como prototipo, excepcionalmente de vidrio, en la serie de jarros broncíneos calificados de hispano-púnicos (o púnico-tartésicos o tartésicos, pues las denominaciones considera sinónimas). El siguiente esquema muestra cómo lo veía García y Bellido antes de su reconstrucción material.

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Aunque al principio estaba "bárbaramente roto por los descubridores", la reconstrucción lo quedó como se ve a continuación.

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Blázquez rechaza la calificación de hispano-púnico. Por su parte, Blanco considera que fue elaborado en el norte de Siria.

Almagro Basch califica como excepcional a esta pieza y le asigna factura siriofenicia; lo cree elaborado para la exportación entre los siglos VII y VI a.C. Es, junto con algún sello, lo único que de importación tiene el Tesoro de Aliseda.

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Por ahora basta. Otro día abordaré no sé qué pieza.

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