Una mano en negativo, unas concentraciones de color alargadas y pseudo-circulares, y un signo lineal que forma una especie de escalera en las paredes de la roca. Estos trazos toscos y primitivos creados con ocre son, según una asombrosa investigación publicada en la revista «Science», las muestras de arte rupestre más antiguas del mundo. Han sido encontradas en tres cuevas españolas -La Pasiega en Cantabria, Maltravieso en Cáceres y Ardales en Málaga- y tienen al menos 64.000 años, por lo que no pueden ser atribuidas al Homo sapiens, la especie a la que todos pertenecemos. Sus verdaderos autores, dicen los investigadores, deben ser por fuerza neandertales, nuestros primos inteligentes, que en esa época eran los únicos que habitaban Europa. Todavía faltaban 20.000 años para que llegáramos nosotros.
Tres manos en la cueva de Maltravieso. La de origen neandertal, en el centro.
«No hay duda, no pueden ser otros», asegura Marcos García, profesor de la Universidad Isabel I de Burgos y miembro del equipo internacional que ha datado las pinturas. Los hallazgos suponen la primera evidencia clara de que esos homínidos extintos dejaron su huella voluntaria en las paredes y sugiere, una vez más, que lejos de ser unas bestias torpes y estúpidas, eran unos seres sofisticados que poseían una capacidad cognitiva, simbólica y artística similar a la nuestra.
Los investigadores, dirigidos por la Universidad de Southampton (Inglaterra) y el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Leipzig, Alemania), utilizaron una técnica de vanguardia llamada Uranio-Torio para datar la calcita situada justo por encima y por debajo de las pinturas, lo que indica su antigüedad mínima o máxima. El método de radiocarbono tuvo que ser descartado, ya que no llega más allá de los 40.000 años y solo puede emplearse con materias orgánicas. Precisamente, hasta ahora las reclamaciones de un posible origen neandertal del arte rupestre se habían visto obstaculizadas por la imprecisión de la datación y atribuido enteramente a humanos anatómicamente modernos. Esta posibilidad incluso llegó a contemplarse en Altamira, el templo del arte rupestre por excelencia.
Símbolos de grupo
En La Pasiega, los investigadores encontraron unos símbolos de carácter lineal en forma de escalera, dos líneas verticales con otras horizontales realizadas «con un pincel sencillo o con los dedos», explica García. Las concentraciones alargadas o pseudo-elipsoidales de la cueva malagueña son también una aplicación de color, y para las manos de Maltravieso (hay varias pero solo en una ha sido posible determinar su origen neandertal) se empleó una especie de aerógrafo rudimentario, unos huesos de ave o similar con los que se proyecta el pigmento contra la pared al soplar por el mismo. Todos los motivos son muy simples y se llevaron a cabo con ocre, lo que les da un particular tono rojizo.
La escalera de La Pasiega
«No sabemos qué representan, pero sí sabemos que son símbolos, parte de un lenguaje gráfico que posiblemente les identificaba como grupo y facilitaba la cohesión», explica el arqueólogo. En cuanto a si se puede considerar arte, posiblemente sea el punto más controvertido del estudio. Su creación debía implicar un comportamiento tan sofisticado como la elección de un lugar, la planificación de la fuente de luz y la mezcla de pigmentos.
Desde la Universidad de Southampton hablan sin tapujos de neandertales «artistas» y los del Max Planck se refieren a los hallazgos como arte rupestre. «Es difícil decir si detrás de esas pinturas había un sentimiento estético, por lo que me gusta más hablar de simbolismo gráfico», apunta García. Sin embargo, no lo descarta, porque «los motivos no son casuales, se repiten en lugares distantes y hay un mensaje. Nadie cuestiona Altamira», dice.
Indistiguibles del hombre moderno
Lo que sí está claro es que estas pinturas demuestran una vez más la capacidad cognitiva de los neandertales, de los que también se sabe que, por ejemplo, enterraban a sus muertos, cocinaban y adornaban su cuerpo. «Los neandertales y los humanos modernos compartieron el pensamiento simbólico y debían de haber sido cognitivamente indistinguibles», concluye Joao Zilhão, de ICREA, Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados. Por ese motivo, «en nuestra búsqueda de los orígenes de la cognición humana avanzada, debemos mirar más atrás en el tiempo, hace más de medio millón de años, al ancestro común de los neandertales y los humanos modernos».
Pigmento rojo en la cueva de Ardales; muchas áreas de esta formación de estalagmitas fueron pintadas por neandertales en al menos dos episodios, uno hace más de 65.000 años y otro hace unos 45.000 años. Imagen mejorada de una mano neandertal de 66.000 años de antigüedad prácticamente cubierta de calcita en la cueva de Maltravieso.
Reservar las capacidades simbólicas y de abstracción al Homo sapiens es, para los investigadores, un completo error. La cuestión es fundamental, ya que la capacidad de los humanos primitivos para crear arte se considera como un hito evolutivo íntimamente relacionado con el desarrollo del lenguaje y nuestra capacidad de formar y vivir en sociedades complejas. «Me gustaría ver la expresión en algunas caras mientras leen los periódicos», confiesa Zilhão, quien lleva años reivindicando la capacidad mental de los neandertales, en un artículo que se publica junto al estudio en «Science».
En cuanto a si pueden aparecer más pinturas realizadas por neandertales, Marcos García dice estar «absolutamente convencido». «Buscamos en cuevas donde los paneles habían sido utilizados de manera reiterada y vimos que antes de los caballos, los bisontes o los ciervos se habían dibujado estos símbolos», afirma. «Si se miran más cuevas, aparecerán más, no solo en España, sino también en otros puntos de Europa». Algunos de los sitios interesantes donde echar un vistazo pueden ser, según el investigador, la cueva de la Peña de Candamo en Asturias, la del Castillo en Puente Viesgo (Cantabria) o la francesa de Merveilles.
La «escalera» de La Pasiega fue denominada «La Trampa» en 1913 por el prehistoriador Henri Breuil, que creyó que esa forma de «escalera» era un trampa con dos animales en su interior; esos dos animales no están datados, pero lo más probable es que sean posteriores.
El hallazgo de nuevos símbolos también decirnos si estos homínidos tenían un estilo propio de arte rupestre. De momento, todo lo que se ha descubierto tiene en común su simplicidad y la ausencia de formas figurativas desde el punto de vista de la construcción formal o cognitiva. Con un estilo definido o no, lo cierto es que los neandertales, que desaparecieron por causas aún sin aclarar hace unos 42.000 años, dejaron un legado mucho más rico de lo que jamás había podido sospecharse.
Conchas para adornar el cuerpo
Las conchas perforadas se encuentran en los sedimentos de la Cueva de los Aviones y datan de entre 115.000 y 120.0000 años.
En un estudio paralelo publicado en «Science Advances», algunos miembros del mismo equipo de investigadores anuncian el hallazgo de conchas marinas perforadas y coloreadas con pigmentos rojos y amarillos en la Cueva de los Aviones en Cartagena (Murcia). Dos de estos artefactos tienen al menos unos 115.000 años de antigüedad, una vez más, mucho más atrás en el tiempo que la presencia de los primeros humanos modernos en la región. Solo los neandertales pudieron ser sus creadores. Posiblemente, utilizaron estas conchas para adornar el cuerpo, por embellecerse, o como un elemento de identidad grupal, como ocurre en algunas tribus actuales. Este uso simbólico representa un momento crítico en la evolución humana. Hasta ahora, los primeros objetos de este tipo descubiertos por los científicos habían sido creados por Homo sapiens hace 92.000 años en África. Igual que ocurre con el arte rupestre, para los autores los nuevos hallazgos no dejan ninguna duda de que los neandertales compartían el pensamiento simbólico con los primeros humanos modernos. Por lo tanto, la capacidad de simbolismo pudo haberse heredado de un antepasado común y no lo aprendieron de los sapiens cuando estos llegaron a Europa.
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