B. me envía un enlace a una página de la BBC, creo que porque adivina que me va a gustar lo que allí se ve. Se ve que un turista suizo ha captado la sorprendente escena en que un cocodrilo ataca a una elefanta que va acompañada de su cría.
La elefanta se acercó a beber a un río cuando un cocodrilo lanzó su ataque por sorpresa y mordió en la trompa. Normalmente, un cocodrilo, cuando hace presa, no abre las mandíbulas hasta que su víctima muere.
El reptil trata de llevar al paquidermo a su terreno, intentando introducirlo en el agua, mientras que la cría se pone a recaudo. Se está produciendo un encuentro entre dos fuerzas biológicas muy características: un representante de épocas terciarias con unas mandíbulas que semejan una trampa de hierro y un animal que prácticamente no tiene predadores y ha protagonizado una evolución única al dotarse de un órgano, como es la trompa, excepcional por su admirable multiplicidad de funciones.
La lucha se prolonga por unos instantes y la elefanta empieza a retirarse de la orilla. Sin embargo, el reptil sigue resistiendo en el agua, medio en el que es más hábil. Con esfuerzo, la elefanta logra arrastrar a terreno seco al cocodrilo, pero éste no suelta su presa.
Finalmente, en un tropezón, la cría de elefante cae sobre el cocodrilo, lo que decide la pelea y salva a su madre. No piense el lector que el tropezón fue intencionado; resulta del atolondramiento de la cría, asustada por la brega de su madre.
Tras la suelta, el cocodrilo probablemente no tuvo tiempo, ni energías, para reaccionar y lanzar otro mordisco, por ejemplo a una ahora más accesible cría. Los reptiles, pese a la rapidez de sus movimientos en un primer momento del ataque, carecen de buen sistema de oxigenación muscular y el agotamiento les llega enseguida. Parece que ese día el saurio se quedó sin comer; por suerte los de su especie están capacitados para pasar muchos días sin ingerir nada.
Ahora bien, cabe pensar que las heridas de la trompa puede que no curen con facilidad y que una inflamación o infección le hagan imposible la vida a la elefanta, que puede tener una muerte diferida. Es también posible que estos animales tengan una capacidad particular de recuperación de las heridas, como la tienen otros, así los cánidos.
En todo caso, el final de la secuencia fotografiada, aparentemente feliz, no es el resultado de un cuento de Walt Disney; simplemente el azar ha jugado su papel. No hay buenos ni malos. Si finalmente la elefanta muere en lenta agonía, habrá sido un capítulo más de la larga historia de la lucha por la vida en el (después de todo) maravilloso escenario de la Naturaleza.
Ah, el turista se llama Martin Nyfeler.
Sí sabe B. lo que me gusta, hasta el punto de que las fotos (algunas más de las que enlazó) ya las tenía yo preparadas, procedentes de otra fuente, para hace este post. Thank you.
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