Este fin de semana he ido con M. a Madrid para ver lor toros en la Plaza de Las Ventas, gracias a la invitación de una amistad. Han sido dos espectáculos magníficos y por eso merecen que los recoja en este blog. Como llevé la grabadora para ir relatando lo que viera sobre la arena, ahora, trascribiendo, puedo reflejar la corrida de toros cual periodista taurino de los que escriben a diario las crónicas de las ferias de España en los periódicos de papel o digitales.
"Estamos en la Plaza de la Ventas, en Madrid, a 6 de junio de 2008, tarde de gran acontecimiento. Con toros de Núñez del Cuvillo, se anuncian El Cid, Miguel Ángel Perera y Alejandro Talavante. La plaza presenta un lleno total y la tarde es soleada con un poquito de brisa.
El Cid realiza una faena de aliño a un toro sin fuerza, con mucho calamocheo y con la cabeza arriba, pero al final consigue sacar unos pases naturales en el centro de la plaza, en donde matado recibiendo y el toro dobla sin necesitar el descabello.
Miguel Ángel Perera lidia a un toro que no da facilidades. En el capote no dice gran cosa, pero, tras unas varas mal puestas, hay un estupendo duelo de quites entre Perera y Talavante, el uno por gaoneras y el otro por chicuelinas. En la muleta recibe al toro con una serie de estatuarios magníficos y se lo lleva a la boca de riego, en donde traza una tanda de derechazos aunque el toro no quiere entrar bien por el pitón derecho. Luego cambia al izquierdo; por ahí va mejor y lo acaba metiendo con unas grandes series de naturales, rematadas con una buenísima de manoletinas con el de pecho. A la hora de matar, pincha y a la segunda sí hay una gran estocada, muriendo el toro con rapidez. Una gran ovación es recibida en el tercio.
Alejandro Talavante ve salir, en el tercer toro de la tarde, a uno con mejores hechuras que los dos anteriores. En el capote arrolla al torero. Luego tiene un buen comportamiento en varas y permite en algún momento practicar la suerte a caballo levantado. El torero, a la muleta, lo recibe en la boca de riego con una serie por alto. Inmediatamente se lleva la tela a la izquierda para realizar una magnífica serie, que continúa con otra serie de derechazos a un toro que se viene desde lejos. Varios cambios de manos. Otra vez a la izquierda. Finalmente, cierra todo con una serie por manoletinas emocionantes, que ponen los pelos de punta, antes de dar una estocada que necesita un descabello. La magnífica faena es premiada con una oreja con petición de segunda.
Para El Cid sale como cuarto un toro que resulta muy abanto en el capote; al final, después de una serie larga al paso, consigue sacarle tres buenas verónicas con una media en los medios. En el caballo el toro hace una buena pelea metiendo los riñones. En banderillas, el Alcalareño pone dos magníficos pares y tiene que desmonterarse. En la faena de muleta, El Cid lo recibe en los medios e inmediatamente realiza dos buenísimas series por derechazos, haciendo que el toro, que venía siempre rebrincado, consiga humillar. Cambia a la izquierda y el toro no acepta por ahí. Vuelve a la derecha, pero ya la serie va a menos; el toro enseguida se queda sin fuerza. Tiene que hacer un arrimón y torea un poquito en redondo, con algún desplante. A la hora de matar no tiene suerte y se conforma con un pinchazo hondo y luego con una estocada que hace guardia, más un descabello. Escucha una ovación recibida en el tercio.
El quinto toro de la tarde, castaño de nombre "Berlanguín", es para Miguel Ángel Perera, a quien, en el capote, al principio no permite lucirse como quiere. Luego en el caballo recibe un buen castigo en la primera vara; la segunda ha sido simbólica y después hay un quite maravilloso por gaoneras. Las banderillas no tienen una gran historia. A la muleta, Perera, en el centro, cita a un toro que está en el burladero y se arranca de lejos con alegría, recibiéndolo con una serie de muletazos del péndulo por la espalda, a pie quieto, rematada luego por tres magníficos derechazos y uno antológico de pecho. Continúa con un par de series de derecha grandiosas y luego maneja la izquierda; el toro viene con codicia y se pone la locura en los tendidos. Otra vez se pasa a la mano derecha y el toro siegue respondiendo igualmente, viniéndose con alegría; luego a la izquierda, luego una serie en redondos a un toro que ya hay que retener y, por último, unos arrimones realmente escalofriantes para coronar todo con una serie por bernadinas que vuelve a ponerme la piel temblando. A la hora de la estocada, se cobra una entera, un poquitín desprendida, que despierta enseguida todos los pañuelos antes de que el toro caiga; éste, sin embargo, tarda en caer mostrando raza y después de echarse se vuelve a levantar; se está tragando la muerte durante un cierto tiempo pero esto no apaga el calor del público, que tras doblar definitivamente pide las dos orejas con unanimidad e intensidad de modo que el presidente no puede negárselas. Hay una fortísima ovación al toro en el arrastre, aunque el presidente no lo quiere premiar con la vuelta al ruedo, por lo que recibe una pitada del público. La faena de muleta ha sido antológica, quizás la mejor de lo que llevamos de temporada, y está Perera paseando triunfal las dos orejas que le ha cortado a un toro de Núñez del Cuvillo en la plaza de toros de Las Ventas de Madrid el 6 de junio de 2008 s, cuando le lanzan un gallo al ruedo, igual que a su paisano Talavante en el tercer toro. Es la tarde de los gallos en el ruedo.
Para Alejandro Talavante el sexto de la tarde, un toro castaño claro, sale con mejor son que algunos anteriores y, en el recibo con el capote, el torero lo cita debajo de la presidencia sacándole unas verónicas apreciables. En el caballo acomete con fuerza sin esperar a que lo coloquen pero el picador no necesita corregir y da una puya intensa junto a las tablas; en la segunda nuevamente se pone un buen puyazo antes de llegar al caballo, sin necesidad de corregir. El picador es fuertemente ovacionado y, mientras se retira por el callejón, va escuchando aplausos a lo largo de su recorrido. En banderillas no hay nada destacable, más bien hay algo criticable y es la actuación del segundo peón de Talavante, que deja caer banderillas en los dos intentos. En la fase de muleta Talavante muestra ganas de abrir la Puerta Grande, después de la oreja que había conseguido en su primer toro, y desarrolla la faena completamente en el centro del ruedo, con un toro que parece que quiere colaborar trazando unas buenas series con la derecha con bastante repetición. Con la izquierda no parece que quiera tanto; enseguida tiene que recurrir Talavante al toreo en las proximidades, sacándole los pases de uno en uno. Al toro le cuesta cada vez más trabajo embestir. Por último cierra la faena con manoletinas. A la hora de matar necesita tres pinchazos y a la cuarta, sí, hay una buena estocada que derriba rápìdamente al toro pero en esto ya ha perdido la oportunidad de obtener la oreja que le habría abierto la Puerta Grande. Recibe una ovación, mientras se retira del ruedo su compañero El Cid y antes de que su compañero Perera sea paseado a hombros por el ruedo de la plaza de Las Ventas de Madrid y salga con todos los honores por la Puerta Grande".
Al día siguiente, sábado, pude disfrutar una corrida de rejones, en la que Andy Cartagena cortó una oreja, Sergio Galán, otra y Diego Ventura, tres; fue la segunda Puerta Grande consecutiva para el rejoneador portugués de Puebla del Río.
De esta manera, he tenido la suerte de presenciar dos de los tres espectáculos taurinos que en tres días seguidos han terminado con Puerta Grande, algo que en Madrid no ocurría desde no sé cuándo.
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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