lunes, 25 de octubre de 2021

Una Vanessa en el Generalife

Paseando por la Alhambra de Granada, he tenido la suerte de encontrarme con una mariposa, que aceptó gentilmente la aproximación de mi cámara fotográfica para que pudiera sacarle torpemente una imagen; digo torpemente porque la belleza del natural no he sido capaz de aprehenderla en la foto.


Se trata de un ejemplar de la especie Vanessa atalanta (de la familia Nynphalidae). La podemos describir diciendo que sus alas anteriores tienen unas manchas blancas cerca del ápice y una línea roja gruesa sobre fondo oscuro (marrón a un lado y negro al otro). Las alas posteriores, oscuras también, tienen en su margen un borde rojo ancho con manchitas oscuras y unas manchas azules, casi imperceptibles, en la esquina interna.

Este lepidóptero tenía un tamaño de casi cinco centímetros de envergadura, lo que es mucho pues el tamaño medio ronda los treinta milímetros. Su hábitat suelen ser los prados, las zonas de matorral, los claros de bosques y las zonas ajardinadas; efectivamente la encontré al poco de entrar en el recinto de los Jardines del Generalife (no tenía mal gusto la señorita).

Es una de las especies de mariposas más extendidas del mundo. Puede encontrarse hasta en unas altitudes de 2.000 metros, a lo largo de todo el Hemisferio Norte y puede migrar hasta el Círculo Polar Ártico. Se ve por toda la Península Ibérica, Canarias y Azores, de tal manera que mi descubrimiento granadino no fue ninguna cosa excepcional.

Tiene dos generaciones, una en abril - junio y otra en julio - septiembre, normalmente. Es quizás la mariposa que perdura más, hasta muy cerca del invierno; de hecho, era ya la segunda mitad de octubre cuando descubrí la que pude fotografiar.




La Vanessa, como otras especies de mariposas, utiliza técnicas de camuflaje para salvarse de sus depredadores, que suelen ser aves principalmente. Para ello han desarrollado sistemas de coloración que las vuelven casi invisibles en hábitats variables. Cuando se posa en el suelo, si está en una zona árida,  pliega sus alas para que aparezca el reverso, con sus colores ceniza y ocres que semejan a ese suelo. Si está en un hábitat de flores y vegetación se posa con sus alas abiertas y muestra la parte superior, con colores marrones, rojos, negros y blancos.

Cuando sorprendí a la mariposa (en realidad yo fui el sorprendido) tenía las alas desplegadas y la pude disfrutar en todo su esplendor durante un tiempo suficiente, que me regaló. En éstas llegó otro viandante y, avaricioso, quiso fotografiarla muy de cerca pero ella cerró en ese momento sus alas dejándonos ver sólo la terrosa apariencia de revés o ventral e inmediatamente voló y desapareció. De todas maneras, gracias, Vanesita.



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