En 1802 el almirante Diego de Alvear regresaba a España tras haber servido a la Corona como Segundo Comisario de la Demarcación de Límites entre España y Portugal.
La fragata "Nuestra Señora de las Mercedes" partió del Callao rumbo a Cádiz transportando patrimonio de la Corona y de comerciantes españoles. Dos años más tarde, cuando la Mercedes se encontraba ya frente a las costas portuguesas, el comandante De Alvear, desde otro navío, vio cómo la fragata española explotaba tras un ataque inglés llevándose consigo a su esposa, a siete de sus ocho hijos y toda su fortuna.
En el momento de la batalla que hundió a la Mercedes, las hostilidades entre Gran Bretaña y España habían sido suspendidas por el Tratado de Amiens de 1802, por lo que nuestro país no se encontraba en guerra con Inglaterra. En respuesta a este ataque, España declaró la guerra a Gran Bretaña y entró nuevamente en las Guerras Napoleónicas que duraron otra década más. El hundimiento marcó un momento clave en la historia de España y de Europa.
En mayo de 2007 el tesoro fue expoliado en un lugar aún no identificado al sur de Portugal y al oeste de Cádiz. Cuando la compañía estadounidense Odyssey hizo público el hallazgo, el Gobierno español lo reclamó con el argumento de que pertenecía al cargamento de la "Nuestra Señora de las Mercedes". Pero para entonces Odyssey ya lo había trasladado a Florida a través de Gibraltar.
Más de 500.000 monedas de plata y oro, además de algunos restos de objetos pertenecientes a la tripulación, fue el rico conjunto arqueológico extraído de aquel pecio a 1.500 metros de profundidad. España siempre sostuvo que los restos pertenecían a un cementerio marino, porque en la explosión del navío fallecieron 263 marinos y pasajeros; de esta manera, se encontraban protegidos por la Ley de Inmunidad de Soberanía Extranjera, postura en la que coincidió con el Gobierno estadounidense.
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