Antes de que España llegará a América lo que había no era un paraíso terrenal sino un infierno donde reinaban el canibalismo y la antropofagia, los sacrificios humanos, el machismo golpeador y la prostitución. Marcelo Gullo conoce a la perfección cómo ese "infierno" se materializaba en cada lugar de la América prehispánica.
En el caso de Colombia, habla de los indios pijaos, originarios de allí, cerca de Popayán, donde acostumbraban a "capturar a todas las mujeres de sus enemigos chibchas que pudieran para abusar de ellas y dejarlas embarazadas". Después, "a los hijos que nacían los alimentaban con mucho esmero hasta que cumplían los 12 o 13 años, momento en que estando ya bien gorditos, los comían con gran fruición".
Especialmente llamativo es el caso del actual México, dominado por los aztecas, al que se refiere como "el imperialismo más atroz de la historia de la humanidad". Lo que existía realmente, explica, era una "nación dominante que oprimía a decenas de otras naciones de la peor forma posible. No les exigía materias primas, sino vidas humanas para llevárselas a sus templos. Su destino era peor incluso que el de ser sacrificados a los dioses. Las élites aztecas habían hecho de la carne humana su principal alimentación. William Prescott calcula en 20.000 por año el número de las victimas sacrificadas por los aztecas, pero hay autores que dicen que mataban 150.000 personas por año".
También habla del caso de Argentina. Explica que entre los indios matacos, cuando una familia con un recién nacido debía emprender un viaje, "el padre ordenaba a su mujer que diera muerte a la criatura para que no resultase una incómoda carga".
Las prácticas de los guaraníes (Brasil, Paraguay) también desmiente la "imaginación" indigenista de que "había un paraíso terrenal antes de la llegada de los españoles", poniendo de manifiesto que lo que vivían las "naciones sometidas" era, realmente, "un infierno". En este caso, se daba una "prostitución impuesta por los padres" que no solo afectaba a sus hijas, sino también a sus esposas. "Los caciques disponían de todas las mujeres de su tribu, a las que utilizaban como objeto de trueque u ofrenda con otras tribus".
Habla, por último, de Perú, donde los quechuas dominaban "de forma brutal" a cientos de naciones. Entre otras "tradiciones" de este pueblo, el autor destaca la de hacer tambores con la piel de los vencidos o vasos con sus cráneos. "Cuando el inca Pachacútec murió, se enterraron junto a él mil niños y mil niñas de entre cuatro y cinco años pertenecientes a los pueblos que los quechuas habían dominado".
Solo tras conocer estos casos se entiende que Gullo haya dedicado su carrera a afirmar que "gracias a España se produjo la liberación espiritual de Hispanoamérica".
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