Hace cientos de miles de años el Sáhara era una sabana llena de vida, lo que los científicos llaman Sáhara verde, con caminos para que diferentes especies se dispersasen por todo el continente, incluidos los primeros homínidos. A medida que el clima modificaba los ecosistemas diferentes grupos de Homo sapiens pudieron tomar nuevas rutas; nuestra especie habría evolucionado hasta su forma actual partiendo de una única población en África, aunque diferentes regiones se han venido disputando el título de cuna de la humanidad. De acuerdo con esta versión, que se suele llamar Out of Africa, hace al menos 500.000 años un grupo de homínidos sufrió una serie de cambios que les lanzaron a una carrera evolutiva que culminó en el ser humano moderno, diseminándose por todo el continente y de ahí al resto del mundo.
Sin embargo, algunos investigadores están cambiando ese relato tradicional, apoyados en nuevas pruebas materiales y genéticas. Son partidarios de otra hipótesis, el multirregionalismo africano.
La cuna de la humanidad, según ellos, no estuvo en África sino que fue África. Las características de los sapiens emergieron como un mosaico en diferentes poblaciones diseminadas por todo el continente. Nuestros antecesores evolucionaron durante mucho tiempo de manera aislada y cada grupo desarrolló algunos rasgos que fueron aportando al conjunto de la especie. Según se iban dando cambios en el clima esos primeros seres humanos entraban en contacto o quedaban aislados. Cuando los caminos se abrían para esos grupos se producía el mestizaje, que culminó en lo que hoy es el Homo sapiens.
Según el Out of Africa el sapiens habría reemplazado, sin mezclarse, a cualquier otra población de homínidos que hubiera fuera de África, pero hoy sabemos que sí que existió una hibridación con neandertales y denisovanos. Esos cruces no serían la norma pero sí contradicen una premisa original del Out of Africa y le da un poco la razón al multirregionalismo.
En un lugar llamado Jebel Irhoud, a unos 100 km. al oeste de Marrakech, un grupo de personas utilizó como vivienda una cueva al pie del macizo del Atlas. Allí murieron algunos de ellos, dejando sus huesos en la tierra, hace aproximadamente 300.000 años, una fecha que para algunos investigadores supone retrasar el punto de partida evolutivo de la especie al menos 100.000 años, implicando que nuestra especie es más antigua y compleja de lo que se pensaba y que ya se había extendido por toda África en esa fecha. Jebel Irhoud es un apoyo para el multirregionalismo.
Mucho antes de la dispersión del Homo sapiens fuera de África hubo dispersión dentro de África. Asumíamos que hubo cuna de la humanidad hace 200.000 años en el este de África, pero los nuevos datos demuestran que el sapiens se extendió por todo el continente africano hace unos 300.000. Los antepasados de la gruta marroquí mezclaban las caras planas de los humanos modernos con los cráneos alargados del Homo erectus. A pesar de ser más robustos y musculosos que nosotros, sus rasgos los vinculan con nuestra especie más que con cualquier otro miembro del género Homo; la mandíbula inferior también era similar a la del sapiens moderno, aunque mucho más grande.
Sin embargo, existe una diferencia llamativa en la forma del cráneo, mucho más alargada. Nuestros cráneos tienen una forma redondeada, pero los suyos eran más bajos en la parte superior y más largos en la posterior, aunque sus cerebros ya eran tan grandes como los nuestros; eso implica que su estructura cerebral, y tal vez sus capacidades, estarían en proceso de desarrollarse durante los siguientes milenios de evolución. El problema es que no todos los expertos coinciden en catalogar como sapiens a los antiguos habitantes de Jebel Irhoud, porque le faltan rasgos de Homo sapiens como la barbilla, la frente vertical o el cráneo alto y abombado, aunque podrían representar a los antecesores directos de nuestra especie, lo que es también muy interesante.
La combinación de rasgos modernos y vasos cerebrales primitivos hallados en Marruecos son uno de los elementos que han llevado a algunos autores a sugerir que el físico y el comportamiento asociados con los humanos modernos no evolucionaron en un único árbol genealógico, sino que probablemente aparecieron como un mosaico. En los últimos años esas características (la forma del cráneo, el mentón, la frente más delicada y la cara pequeña) han ido apareciendo en diferentes lugares, en periodos distintos. Los partidarios de la idea de un sólo linaje sapiens tienden a desechar esos fósiles, como ramas laterales en el árbol de los homínidos.
A día de hoy no podemos afirmar si algunos de ellos se mezclaron con otros homínidos de gran cerebro que pueden haber vivido en África al mismo tiempo que el Homo sapiens, pero sigue siendo una posibilidad. Es posible que en aquel momento compartiéramos África con al menos otras dos especies: el Homo naledi y Homo heidelbergensis. Además, la cronología de Jebel Irhoud coincidiría con las fechas recientemente atribuidas al naledi, una especie de homínidos extinta descubierta en 2013 en Sudáfrica. Eso prueba que, al menos, dos especies de homínidos diferentes habitaban distintos puntos de África al mismo tiempo. El problema es que hay muy pocos fósiles para poder demostrar si había o no otros miembros del taxón sapiens alrededor de ese periodo. En otras partes del continente se han hallado fósiles que combinan rasgos modernos y antiguos en diferentes grados: el cráneo de Florisbad, hallado en Sudáfrica, de hace 260.000 años; los restos de Omo Kibish, de 195.000 años o el llamado cráneo de Herto, 160.000, ambos encontrados en Etiopía.
Esta nueva visión hace que fósiles hallados en otras partes de África sean observados de manera distinta, ya que ahora pueden ser considerados como una pieza más de ese mosaico que acabó por dar forma a los sapiens. La idea de que nuestros orígenes se encuentran en una sola población ha hecho que el registro fósil se haya interpretado de una manera bastante selectiva; hay fósiles que han sido excluidos de ciertos estudios porque no se reconoció la variabilidad de los primeros miembros de nuestra especie. Pero al incorporar todo el continente africano en esa Prehistoria temprana, muchos fósiles vuelven a estar sobre mesa y algunos encajan mejor con otras líneas de investigación. Los arqueólogos recuperaron en Marruecos herramientas de piedra especializadas y sofisticadas, como punzones y puntas de lanza. La existencia de estos objetos en la llamada Edad Media de Piedra reflejaría una evolución paralela (y más temprana de lo que se creía) del cuerpo y la mente humanos. Sugerirían que esta transición ocurrió a escala continental, ya que tales herramientas se han encontrado además de en Marruecos, en la citada Florisbad y Olorgesaillie (Kenia), si bien con algunas diferencias regionales.
Durante cientos de miles de años los homínidos hicieron el mismo tipo de grandes hachas de piedra, pero ese estancamiento tecnológico terminó hace unos 300.000 años, en el mismo punto en el que aparecen esos primeros fósiles de Homo sapiens. Las herramientas de piedra y otros artefactos que se han encontrado están muy agrupados tanto el espacio y a través del tiempo, pero también hay una tendencia continental hacia una cultura material más sofisticada, una 'modernización' de la cultura material que claramente no se origina en una región ni ocurre en un periodo de tiempo. Bajo el prisma del multirregionalismo la Historia de la humanidad viene marcada por una combinación entre evolución y grandes migraciones. Las barreras naturales crearon oportunidades de migración y contacto para grupos que antes podían haber estado separados; la fluctuación posterior significaría que las poblaciones que se mezclaban durante breves periodos antes de volver a quedar aisladas. Durante los momentos de aislamiento los grupos vivieron un proceso de adaptación local y de desarrollo de una cultura material y una composición biológica propias, que pondrían en común con otros cuando el clima templaba. Los milenios de separación dieron lugar a una asombrosa diversidad de formas, cuya riqueza jugó en beneficio de toda la especie.
Posiblemente el debate se ha polarizado demasiado entre el Out of Africa extremo y el multirregionalismo extremo, y no todo es ni tan blanco ni tan negro. Esta última década dos teorías que estaban en polos opuestos están acercando posiciones. Sigue manteniéndose la idea del origen africano de nuestra especie, pero se comienza a aceptar un patrón más reticulado y menos lineal, más parecido al que proponía el multirregionalismo. El Homo sapiens es en realidad una mezcla, un crisol de poblaciones diversas.
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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