En La Rioja, el Monasterio de Santa María la Real de Nájera es un hito en el Camino de Santiago. A su servicio nació y por su influjo se desarrolló.
Es tradición que en 1044, el rey García el de Nájera, yendo de cetrería siguió a su halcón, perseguidor de una perdiz, hasta una cueva y encontró una imagen de la Virgen, una jarra con un ramo de azucenas y una campana. El halcón y la perdiz esperaban pacíficamente. La imagen recibe el nombre de Santa María en la Cueva y decidieron construir un templo con un monasterio
El crecimiento del monasterio exigió el paso de los siglos. Por eso,el exterior de la iglesia presenta mezcla de estilos. Lo primero que salta a la vista es que el pórtico, del siglo XVII, es renacentista.
Para entrar como turistas debemos buscar la plazuela de acceso al monasterio. En ella destaca una portada plateresca.
Como contraste a esas dos portadas citadas, el interior de la iglesia gótica es ejemplar en lo suyo. Sigamos con los contrastes: el retablo del altar mayor es barroco, y espectacular. Dentro del conjunto del retablo paramos la vista en la jarra de azucenas que hay, recordando la del hallazgo.
A nuestra izquierda y derecha podemos observar tribuna y triforio, elementos característicos del gótico pero que no se dan en todas las iglesias de este estilo. En la nave de la Epístola está el Panteón de infantes. En él destaca el sepulcro de la infanta doña Blanca, madre de Alfonso VIII, con tapa del siglo XII (con representación románica del Pantocrátor, único caso en una tumba).
A los pies de la iglesia encontramos dos esculturas de heraldos que custodian la puerta del Panteón Real. Entramos en el Panteón de los Reyes del reino de Nájera Pamplona, dividido en dos alas, una a la izquierda y otra a la derecha. Nos llama la atención el sepulcro de la reina doña Blanca de Navarra. También nos atrae un detalle de un sepulcro de aire gótico, consistente en la escultura de un perrito acostado a los pies de su amo yacente. En este punto de los pies del edificio que es el panteón, los nervios de la bóveda se apoyan en la roca de la montaña. Los sepulcros están adosados a la pared exterior de la cueva.
Las estatuas orantes del rey don García y de su mujer doña Estefanía de Foix, sobre los sepulcros de ambos, flanquean la entrada a la cueva. Entramos. En la pared del fondo, rojiza como toda la montaña, está la imagen de la Virgen.
Contemplemos la decoración plateresca de la puerta que da paso de la iglesia al claustro. Al lado está otra también interesante, la Puerta de los Reyes, en un pasillo del claustro, trabajada en gótico florido con añadidos platerescos. En la capilla más principal, en el muro sur del claustro están los sepulcros de don Diego López de Haro y de su esposa doña Toda. En una de las esquinas del lateral oeste se abre la capilla que contiene el sepulcro de doña Mencía, hija de López de Haro, que fue reina de Portugal.
Desde el patio se divisa la torre de la iglesia. El Patio es el centro del Claustro de los Caballeros, llamado así porque en sus cuatro lados se enterraron caballeros principales, no pertenecientes a familia real. Destaca la labor de la portada plateresca de acceso al patio, la Puerta Luna. En todos los arcos los tímpanos ofrecen un delicado trabajo de calado.
En lo alto de la puerta de salida del recinto caballeresco campea el escudo de Carlos I, rey que ayudó mucho a la construcción del claustro.
Al salir podemos levantar la cabeza y ver una amplia colonia de cigüeñas anidando en la montaña del monasterio. No sólo anidan sino que permanecen ahí todo el año. Son unas aves migratorias que se han hecho sedentarias en este lugar, en este punto del Camino, de la misma manera que Nájera nació como sede, como permanente asiento para los peregrinos (y el monasterio, para descanso eterno de reyes).
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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