De mi intervención en el programa "Puerta Grande" de la Cadena COPE, de cinco de octubre de 2010
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Tenemos la satisfacción de encontrarnos con algo que nos compensa, como es lo que pasó el sábado, 2 de octubre, en Madrid, donde un torero maravilloso, gran torero, que llevaba unos años apartado por diversas circunstancias y ha madurado por sí mismo (cosa típica en los grandes toreros), da la vuelta a todo y pega un vuelco a Las Ventas, de manera que se produce la emoción con veinte muletazos. Volvemos a la emoción de las grandes faenas que se nos habían olvidado un poco. Eso le hace a uno vivir y decir que ésta es la emoción del toreo y por esto merece la pena luchar.
Me alegro muchísimo del gran triunfo de Juan Mora.
A Juan Mora lo he visto desde mi infancia. Iba de pequeñito a mi pueblo, en donde su padre, el Mirabeleño, era el que organizaba los festejos, durante muchísimos años. Asimismo, actuó de director de lidia durante muchos años, también en mi pueblo, José Luis Benavente, que luego fue de banderillero de confianza con Juan Mora, hasta que, ya por la edad, se tuvo que retirar.
Por si alguno no lo conoce, hay que decir que Juan Mora es uno de los pocos toreros que aúna en grado sumo estas dos cosas: arte y valor.
Es un torero de arte y es un torero de un valor excepcional, hasta el punto de que si llevaba ya nueve años retirado, era precisamente no porque lo tuvieran olvidado los empresarios ni porque los aficionados ya le hubieran dado la espalda; es porque se jugó la vida en la feria de Sanlúcar de Jaén, en la última corrida de la temporada. Se jugó la vida como un gran profesional. Estaba lloviendo con el cielo abierto, diluviando, y todo el mundo pedía que se suspendiera la corrida; como se estaba televisando él dijo que no, que adelante y empezó con hora y media de retraso. La plaza era todo un lodazal. A él, por abrir cartel, le tocó el primero, que era un toraco. Las zapatillas se le agarraban en el lodo y no podía moverse; se descalzó pero no pudo evitar que el toro hiciera por él rápidamente. Le partió la femoral y se suspendió la corrida. Estuvo a punto de morir. Luego sufrió durante dos o tres años, en los que no podía recuperar la pierna. Ése es el motivo de haber estado retirado nueve años.
Por otro lado, este torero es de Plasencia (extremeño como yo) pero es sobre todo un torero sevillano, que no se olvide. Ha sido siempre de la afición de Sevilla, en Sevilla ha vivido y los sevillanos lo consideraban suyo, pero ahora también es un torero de Madrid. Por tanto, es un torero de todos.
Repito: reúne el valor y el arte como pocos toreros han sabido juntar estas dos facetas.
Es un torero artista como demostró el otro día, después de cortar tres orejas (cuando pocos toreros han cortado tres orejas en Madrid en una tarde) a unos toros que no ayudaban en exceso. El primer toro no era una cosa especial, era un "regalo", pero ahí demostró cómo es el toreo iba a decir de antes, no, el toreo de siempre: las zapatillas completamente asentadas en la arena, que eso es lo que provoca la emoción artística; un relajo templando al toro; manteniendo la distancia y el cuerpo, vertical sin forzarlo. O sea, puro arte.
A continuación podemos ver, como reportaje gráfico, una presentación que he colgado en la red y que he traído, para comodidad del lector, a este blog:
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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