jueves, 11 de diciembre de 2008

Presentación de un libro de Santi Ortiz

Acabo de llegar de Sanlúcar, de asistir a la presentación de un libro de Santi Ortiz. Me ha acompañado un amigo gordo. El lugar elegido no está mal: el Museo de la Manzanilla, en las Bodegas Barbadillo, junto al castillo de Santiago.

Santi, onubense afincado en Sanlúcar, fue torero y después se hizo periodista y profesor. Lo conozco a través de JR. Compartí hace un mes y medio tertulia con él en el programa de MS. Finalmente, he intercambiado mensajes y debate a través de internet.

Ha escrito algunos libros taurinos y el último es este que hoy se ha presentado, "José Tomás, el regreso de la Estatua", de la editorial Campo Bravo.

Me había invitado a la presentación y le prometí asistir. Llego y lo saludo a la entrada, con su mujer. Está radiante y le doy la enhorabuena.

El acto ha sido organizado por el Ateneo y su presidente ha abierto el acto. Luego José Carlos Arévalo, director del semanario "6Toros6", ha expuesto con pasión la recensión del libro. Finalmente Santi ha agradecido todo lo que había que agradecer y ha dado paso a una lectura; con dicción sugerente, con entonación apropiada, ha tocado el libro por tres partes, el introito, los capítulos de tesis y las crónicas líricas. Se nota una vez más lo que sabíamos de hace tiempo; es un declarado defensor del toreo de José Tomás.

Tras las palabras ha comenzado la cola para pedir las dedicatorias a los ejemplares recién comprados. En el mío me pone: "A Marciano: con el deseo de que la lectura de este libro sirva de pasto a la polémica. Sin ella no seríamos ni tú ni yo. Un abrazo. Firma. 11-XII.08".

La asistencia de público ha sido de tarde grande. Ha estado presente todo el taurinismo de Sanlúcar. También han acudido aficionados de Jerez y El Puerto. El ganadero de Fuente Ymbro se acercó para saludar a mi amigo, que nos presentó.

La reunión se ha rematado con una copa de manzanilla para animar la tertulia, que se prolonga porque el personal se siente a gusto. Antes de irme busco a la mujer del autor para despedirme. Le doy nuevamente la enhorabuena y me responde: "qué pena que no haya sido de Ponce"; y yo: "ya llegará ese libro".

Salgo con el pensamiento de que Santi puede estar contento.

Para terminar bien la velada paseamos por el Barrio Alto y buscamos un buen sitio para degustar huevos de choco y pescaíto, con otra copa de manzanilla.




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