En este mes de marzo, he asistido a una conferencia, en la Sala "Julián Cuadra" del Museo Arqueológico de Jerez, sobre la reconstrucción digital de los fósiles humanos de Atapuerca, a cargo de C. L., investigador de la Universidad Rovira i Virgili y miembro del equipo de Atapuerca desde hace veinte años. Fue llamado a última hora para sustituir a otro anunciado, que no pudo venir por razones laborales en la Universidad (no parece que sean las de corregir exámenes de sus estudiantes).
La sala estaba llena; se ve que la gente sigue de cerca las noticias que frecuentemente salen sobre Atarpuerca, el yacimiento (o conjunto de yacimientos) paleontológico más importante de Europa.
En el coloquio le he preguntado sobre el cráneo de "Homo antecessor" de la Gran Dolina, cuya antigüedad es de 800.000 años y que en su momento fue presentado como la primera muestra de una especie humana no conocida hasta ahora.
Me parece posible que las dos piezas óseas conservadas pertenezcan a cráneos diferentes, ya que la superior presenta poco abombamiento y un toro desarrollado, lo que se aleja de los rasgos de "Homo sapiens", mientras la inferior es semejante casi totalmente a una mandíbula de éste; en caso afirmativo debería dejarse de hablar de una especie nueva, ya que tendríamos dos piezas de dos individuos diferentes, quizás encuadrables en tipos ya conocidos. Lo que me provoca la duda es que se haya encontrado sólo un cráneo, fragmentado, y que además, fuera de Atapuerca, no haya aparecido nada desde entonces en ninguna parte del mundo para poder confirmar el hallazgo de una nueva especie. Además, últimamente el italiano Fabbri propone considerar como una misma cosa a neandertales e heidelbergenses porque éstos están representados sólo por mandíbulas y considera que tan poco material no alcanza para crear especies separadas.
Le señalé que yo confiaba en que los investigadores habrán encontrado razones para descartar esa posibilidad que le planteaba, y le pedí que nos las expusiera a la sala.
El conferenciante me respondió amablemente, empezando con que era una pregunta muy interesante. Naturalmente los investigadores se habían planteado la cuestión y a día de hoy, dentro del equipo, hay gente que, frente a otros, opina que no se trata de una especie nueva. Él reconoce que no hay una prueba definitiva a favor de la tesis de considerar que los restos son de una especie nueva. Ahora bien, las dos partes del cráneo parece ser que corresponden a individuos que debían tener una misma edad, calculada entre veinticinco y treinta y cinco años; además, no se han encontrado en el mismo sitio otros restos que permitan hablar de dos especies distintas. Ante esto, considera que hay un noventa por ciento de posibilidades de que ambas piezas pertenezcan al mismo cráneo, lo que lleva a una nueva especie, pero desde luego no es descartable que aparezca en el futuro alguna prueba de lo contrario.
Una vez decidido que este individuo era de una especie nueva, a ésta se le bautizó como "Homo antecessor" porque entre los romanos el "antecessor" era el que iba por delante del ejército a descubrir el terreno y esta especie llegó al centro de la Península Ibérica desde Europa abriendo caminos, justamente a través del Corredor de la Bureba. La invención de un nombre dependió más que nada de una razón táctica; si no lo hubieran hecho y en el futuro se terminara comprobando que sí es una especie nueva cabría que algún extraño (extranjero) fuera el que la bautizara con otro nombre y se llevara los honores, como ya ha ocurrido en otros casos. Esa posibilidad es la que se ha querido evitar y si, por contra, se acaba demostrando que no es una nueva especie pues no pasa nada, se retira la etiqueta y todos tan contentos.
Me vino a la cabeza el caso del cráneo de Gibraltar, primer fósil de neandertal encontrado en el mundo, en 1848, y que se conserva en el British Museum; como no fue correctamente identificado en su momento, permitió que el fósil alemán encontrado ocho años más tarde diera nombre a un antepasado que se debería llamar más correctamente "Hombre de Gibraltar".
Salvando las distancias, también me acordé del caso de Colón con su ignorado descubrimiento de América, la cual debe su nombre al avispado italiano que se percató de la novedad.
Las edades que parecen tener las dos partes del cráneo se mueven en un lapso de al menos diez años, lo que puede ser considerado insuficiente para concluir que pertenecen al mismo individuo. De todas maneras, será todo muy táctico pero me parece poco serio metodológicamente; se corre el riesgo de que los científicos de una investigación acaben conviertiéndose en estrellas de un espectáculo. Además, si de verdad se quiere evitar el riesgo señalado, lo que se puede comprender, debería intentarse algo que no considero difícil y es que, a través de los muchos y variados encuentros, congresos y conferencias internacionales que se realizan al cabo del año y en los más diversos lugares, se llegue a un acuerdo de toda la comunidad científica por el cual en un descubrimiento se honrará siempre al descubridor con su apelativo (o el que él elija) en la denominación de lo descubierto aunque en su momento no se hubiera percatado de la novedad.
También le planteé al conferenciante una cuestión sobre "Excalibur", el bifaz de cuarcita roja encontrado en 1998 en la Sima de los Huesos y datable hace 400.000 años; es la única pieza lítica hallada hasta ahora en la Sima y además no fue nunca usada, pues sus bordes están intactos.
En la exposición sobre "Atapuerca y la evolución humana", que recorre España y ahora está en Jerez, figura una réplica del bifaz "Excalibur". Parece que está hecha en cuarcita roja del mismo tipo que la original y los golpes de talla parecen calcados; las vetas de color son tan parecidas como si en función de ellas hubiera sido cuidadosamente elegido un trozo de piedra para elaborar la réplica. Exactamente le pedí que, aunque había venido a hablar de la reconstrucción digital de fósiles humanos, nos contara el método de elaboración de la réplica del bifaz, si se había usado ordenador o qué.
Ahora la respuesta no fue tan completa. La perfección de la réplica se debe a la experiencia del artista replicador y los colores coinciden porque son pintados a mano, no naturales.
La verdad es que me quedé un tanto defraudado con la somera explicación, junto con que me dio por un momento la impresión de que no conocía la réplica, especialmente atendiendo al tono de voz usado. Además, por un lado, creo que no sería muy difícil emplear la informática para diseñar las líneas de talla y ejecutarlas con algún tipo de máquina (con lo fácil que es trabajar sobre resina), y, por otro lado, los colores de las vetas no parecen pintados. Pueden serlo y estar muy bien disimulado que lo son, pero es que resulta que los coloreados de las vetas de la réplica no coinciden con los del original, de manera que no hay motivo para pensar en un coloreado artificial, con lo que la posibilidad de que la réplica presente colores naturales supera al menos el noventa por ciento que hay de que el "Homo antecessor" sea "Homo antecessor". Pero, vamos, la réplica es pintada; las cosas muchas veces no son lo que parecen.
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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