lunes, 30 de septiembre de 2024

Refutando la teoría de los monos

En Nueva York University tuvo lugar el mes de mayo de 2004 un simposio y, dentro de éste, un debate público, en el que participó el científico israelí Gerald Schroeder.

Schroeder refutó meticulosamente «el teorema de los monos». Este teorema, presentado en multitud de formas, se refiere a la posibilidad de que la vida surja por azar recurriendo a la analogía de un grupo de monos que aporrean durante mucho tiempo los teclados de unos ordenadores y terminan escribiendo un soneto de Shakespeare.

Schroeder se refirió en primer lugar a un experimento realizado por el British National Council of Arts. Se introdujo un ordenador en una jaula con seis monos. Después de torturar su teclado durante un mes (además de usarlo como WC), los monos produjeron cincuenta páginas mecanografiadas, pero ni una sola palabra. Los monos ni siquiera habían conseguido acertar con las palabras más cortas del idioma inglés, que contienen una sola letra (a o I). A es una palabra solo si va flanqueada por dos espacios en blanco. Si tenemos en cuenta que el teclado del ordenador contiene treinta caracteres (las veintiséis letras y otros símbolos), la probabilidad de conseguir una palabra de una sola letra es de 30 veces 30 veces 30, es decir, de una entre 27.000.

Schroeder aplicó a continuación el cálculo de probabilidades al soneto de Shakespeare. «¿Cuál es la probabilidad de conseguir por azar un soneto de Shakespeare?», preguntó. Y continuó:

"Todos los sonetos tienen la misma extensión. Constan, por definición, de catorce versos. Escogí el soneto cuyo primer verso recordaba de memoria: «Shall I compare thee to a summer's day?» (¿Te compararé a un día de verano?). Conté el número de letras; resulta que hay 488 letras en ese soneto. ¿Cuál es la probabilidad de obtener las 488 letras en la secuencia correcta - como en «Shall I compare thee to a summer's Day»- tecleando al azar? Es preciso multiplicar 26 por sí mismo 488 veces: 26 elevado a la 488 potencia. O, dicho de otra forma, en base 10, 10 elevado a 690.

Ahora bien, el número de partículas del universo -no el número de granos de arena, sino el de protones, electrones y neutrones- es de 10 elevado a 80. Diez elevado a 80 es un 1 seguido de 80 ceros. Diez elevado a 690 es un 1 seguido de 690 ceros. No hay bastantes partículas en todo el universo para agotar las apuestas (los intentos necesarios para escribir el soneto por casualidad); el universo se queda corto en un factor de 10 elevado a 600. Si tomáramos todo el universo y lo convirtiéramos en chips de ordenador - olvidémonos de los monos- cada uno de los cuales pesara la millonésima parte de un gramo, y cada chip fuera capaz de hacer 488 intentos a una velocidad de, digamos, un millón de veces por segundo; si transformáramos todas las partículas del universo en tales microchips, y estos chips escribieran letras al azar un millón de veces por segundo, el número de intentos que habría habido tiempo de realizar desde el comienzo de los tiempos habría sido de 10 elevado a 90. De nuevo, nos estaríamos quedando cortos para un factor de 10 elevado a 600. Nunca se podrá conseguir un soneto por casualidad. El universo tendría que ser 10 elevado a 600 veces más grande de lo que es. Y, sin embargo, alguna gente cree que los monos pueden conseguirlo cada vez".

Schroeder había demostrado satisfactoria y concluyentemente que el «teorema de los monos» era una basura. Resultaba particularmente acertado recurrir solo a un soneto, pues a veces el teorema es formulado usando como ejemplo las obras completas de Shakespeare o una obra aislada, como Hamlet. Si el teorema no funciona para un solo soneto, entonces, por supuesto, es simplemente absurdo sugerir que algo mucho más difícil que escribir un soneto -la aparición de la vida- pueda haberse producido por casualidad.