Como vemos, los dos gobiernos del PSOE (Felipe Gonzáles y José Luis Rodríguez Zapatero) cogieron el país con una tasa de paro muy inferior a la que había cuando dejaron el Palacio de la Moncloa. Del mismo modo, José María Aznar y Mariano Rajoy hicieron lo contrario: el nivel de desempleo era mucho más bajo al terminar su mandato de lo que era al inicio.
De hecho, desde un punto de vista estadístico no político, las cifras podrían ser todavía peores para el PSOE y mejores para el PP. Cuando un presidente del Gobierno llega al poder su capacidad para cambiar el rumbo de la economía de su país es limitada. Incluso hay una cuestión de tiempos: entre la investidura, nombramiento de los ministros, aprobación del primer presupuesto, debate en el Congreso de sus primeras iniciativas legislativas… en todo ese proceso pasan unas semanas-meses. Ni el mejor presidente de Gobierno del mundo es capaz de detener un mercado laboral que se desploma ni el peor de hundir una economía que genera medio millón de empleos. En este sentido, cabría preguntarse si no sería más justo que los indicadores económicos de cada presidencia comenzaran tres-seis-nueve meses después del inicio del mandato (y, del mismo modo para los indicadores que marcan la salida del líder de turno). Así, por ejemplo, Mariano Rajoy comenzaría a ser responsable (si se puede usar este término) del paro a partir de la EPA del segundo trimestre de 2012 y su ejecutoria se mediría comparando esa cifra con la del tercer o cuarto trimestre de 2018 (en este artículo hablamos de paro, pero podríamos hacer la misma comparativa con el PIB o cualquier otro indicador).
Esto último (qué momento elegir para evaluar a cada Gobierno) es más discutible, aunque parece poco preciso empezar a contar el día 1 tras la investidura. En sus discursos, normalmente los políticos lo que hacen es alargar lo más posible el recurso a la herencia recibida cuando las cosas van mal (te puedes tirar dos años culpando de todo a los que estaban antes) y arrogándose cada nuevo empleo creado desde el primer día de su mandato cuando las cosas van bien (aunque todo el mundo sabe que eso es exagerado). También es cierto que esto sí que entra dentro del juego político normal de unas elecciones, esas pequeñas tretas y trucos que todos usan para quedar mejor ante el electorado.
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*Autora: Marta Santafé. Blogs46Consultora especialista en Medio Ambiente,
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